En el centro de Italia se encuentra una bellísima ciudad medieval que es el centro de peregrinaciones para venerar a uno de los santos más populares del catolicismo: Francisco.
Asís tiene una historia milenaria. Según la leyenda, Dárdano, heredero de la dinastía que fundó Troya, levantó la ciudad ocho siglos antes de Roma. Sin embargo, no existen registros que confirmen esto.
Su ubicación en el centro de la península la convirtió en un objetivo codiciado. Los romanos la conquistaron en el 295 a.C. Posteriormente fue saqueada por los ostrogodos y los lombardos tras la caída de Roma.
Durante la Edad Media, Asís estuvo constantemente en conflicto con su vecina Perugia. En una de estas batallas, en 1202, fue capturado el más famoso de sus hijos: Francisco di Bernardone, conocido posteriormente como san Francisco de Asís.
La ciudad es una joya que merece mucho la pena visitar. Se puede acceder a ella en tren desde Roma, que se encuentra a 130 kilómetros de distancia.
Es importante tener en cuenta que debes validar tu boleto en los trenes, ya que las máquinas validadoras suelen estar estratégicamente escondidas.
De lo contrario, podrías recibir una multa de 50 euros. Te decimos algunos lugares que no te puedes perder, pues viajar a Asís es una experiencia religiosa.
Basílica de San Francisco y sagrado convento. En el extremo de Asís se encuentra este impresionante edificio románico-gótico que domina toda la ciudad. Comenzó a construirse en 1228, al día siguiente de la canonización de Francisco. Éste había elegido la ubicación, en la colina llamada del Infierno, debido a que aquí se ejecutaba y enterraba a los delincuentes. A partir de entonces se llama colina del Paraíso. La basílica en realidad consta de dos iglesias: la inferior es un poco oscura, pues representa la vida terrenal de Francisco, llena de privaciones y pobreza, y la superior, luminosa, ya que muestra la gloria celestial del santo.
La iglesia inferior guarda los restos de san Francisco, los cuales fueron escondidos para evitar que algún fan los robara. En 1818, el papa Pío IV mandó excavar en la basílica para encontrar la tumba del santo. Después de varios intentos fallidos fue descubierta, lo que generó un nuevo fervor hacia el poverello (pobrecillo).
En la iglesia superior tiene una fachada sobria. Sobre el portón hay un rosetón (vidriera) y relieves de los cuatro evangelistas. Ambas iglesias están decoradas con frescos de Cimabue y Giotto, cuyo objetivo era evangelizar con imágenes, ya que leer era un privilegio de pocos. Frente a la iglesia superior hay un pequeño prado verde que realza la sencillez de la fachada.
Junto a la basílica se extiende el convento de los frailes franciscanos, una edificación de piedra rosa y blanca soportada por 53 arcos, que a lo lejos da la imagen de una fortaleza.
En 1997, dos temblores golpearon Asís y causaron gran daño al destruir la cúpula y las pinturas de Giotto en la Basílica de Santa María de los Ángeles. Construida entre 1569 y 1679, en su interior guarda una pequeña iglesia llamada la Porciúncula, edificada en el siglo VIII. Ésta fue entregada a san Francisco para reconstruirla e iniciar su vida de pobreza. El contraste entre este pequeño templo dentro de un edificio majestuoso es impactante. La basílica es un edificio sencillo y elegante a la vez. Esta sobriedad contrasta con las 10 capillas profusamente adornadas con frescos. La Capilla del Tránsito es el lugar en el que murió san Francisco.
Si caminas por la pared izquierda de la basílica, encontrarás unas fuentes que salen del templo, las cuales fueron encargadas por la familia Médici, devota de san Francisco.
Catedral de San Rufino. El templo actual es el tercero que se levantó en ese lugar, data de 1100 y fue construido para guardar los restos de san Rufino, patrón de Asís.
Este es uno de los mejores ejemplos del gótico italiano. Su fachada es muy sencilla, pero tiene muchos detalles simbólicos. Sobresale el arco sobre la puerta central, adornado con ramas, vides y monstruos.
En el centro se encuentra Jesús rodeado de la virgen María y san Rufino. Los rosetones son muy elaborados y parecen sostenidos por simpáticos atlantes. Su interior es sencillo, pero acumula arte religioso de más de un milenio.
Santa María sobre Minerva. Uno de los edificios mejor conservados de la época romana es un templo dedicado a Minerva (aunque más bien parece dedicado a Hércules) que actualmente alberga la Iglesia de Santa María sobre Minerva.
Este templo fue construido en el año 50 a.C. y ha cumplido distintas funciones a lo largo del tiempo: iglesia de san Donato, casas y tiendas, e incluso, cárcel. En 1539 se convirtió en una iglesia dedicada a la virgen.
Su fachada está presidida por seis columnas corintias. En su interior se observa un estilo barroco en los retablos. Este templo despertó la admiración de Goethe, quien lo mencionó en su libro de viajes.