Cuando se es listo, el tamaño no importa

12 de Septiembre de 2024

Cuando se es listo, el tamaño no importa

ciencia

Los mamíferos con más diferencias de talla y peso entre machos y hembras tienen un menor desarrollo cerebral, descubrió una investigación encabezada por dos mexicanos

Un gorila macho adulto puede llegar a pesar más de 250 kilogramos; en cambio, las hembras pesan como máximo unos cuantos kilos por encima de los cien. Entre los orangutanes de Sumatra (Pongo abelli), los machos “con bridas” (los cojinetes de los cachetes) pesan entre 60 y 85 kilogramos, mientras que las hembras sólo pesan entre 30 y 45 kilos.

Sin embargo, la enorme disparidad en tamaños y pesos entre machos y hembras, que incluye que los primeros tengan cerebros más grandes, no implica que sean más inteligentes que los ejemplares del sexo opuesto, pues el desarrollo cerebral obedece a otros factores, distintos al tamaño de este órgano.

El dimorfismo sexual de tamaño que tenemos los primates es, en comparación con otros mamíferos, como los elefantes marinos (Mirounga leonina), cuyos machos son tres veces más grandes que las hembras, leve; sin embargo, las especies con grandes diferencias de tamaño entre machos y hembras son menos inteligentes, son poligámicas y tienen menos cuidados parentales que las especies con menos dimorfismo.

›A pesar de que estas características se conocen desde hace tiempo y se han explicado con la teoría de la evolución, lo cierto es que nadie sabía muy bien qué es lo que estaba sucediendo a nivel genético, hasta que un equipo internacional de científicos de México y Reino Unido consiguió explicarlo, mediante una investigación que encontró que las familias de genes que tienen que ver con el desarrollo cerebral están muy relacionadas con el dimorfismo sexual en tamaño.

Desarrollo cerebral y monogamia

El equipo analizó 124 mamíferos y descubrió que en especies con menor diferencia de tamaño entre machos y hembras, las familias de genes vinculadas al desarrollo cerebral son más grandes, según Benjamín Padilla Morales, autor principal del estudio publicado en Nature Communications el 24 de julio.

Padilla comentó que, en las especies con alto dimorfismo, éste se ha favorecido por selección sexual, ya que los machos pelean entre ellos para tener acceso a las hembras; los ganadores acaban teniendo harems con muchas hembras cada uno (lo que se conoce como poligamia o poliginia), y por tanto muchos descendientes, mientras los perdedores suelen quedarse sin descendencia. En cambio, las especies en las que hembras y machos tienen tamaños similares, tienden a tener “comportamientos complejos”.

Las especies “que presentan un aumento en familias de genes relacionadas con el desarrollo cerebral, es a causa de que necesitan desarrollar el cerebro para interaccionar con sus parejas o interaccionar con una sociedad”, señaló Padilla.

Alexi Urrutia, líder del equipo en la Universidad de Bath en Reino Unido y tutora del doctorado de Padilla, añadió que “las especies más monógamas suelen estar asociadas a un cuidado biparental, es decir, se requiere la cooperación de ambos padres para la crianza de los hijos”, quienes a su vez, presentan más complejidad en sus procesos de aprendizaje.

El olfato y otros costos de la inteligencia

El comportamiento complejo se da en cerebros más desarrollados; sin embargo, “desarrollar un cerebro es costoso metabólicamente”, señaló Padilla. De hecho, se calcula que, en reposo, el cerebro humano consume alrededor del 20% de la energía total que genera el cuerpo, a pesar de que tiene sólo 2% del peso.

Padilla explicó que el elevado costo de desarrollar el cerebro hace que ciertas funciones de éste, “como que pasan a un segundo plano”. El equipo encontró, por ejemplo, que la familia de genes relacionada con el sistema olfativo es más reducida en especies con menor dimorfismo sexual.

Urrutia, quien también es investigadora en el Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), puso como ejemplo al elefante africano (Loxodonta africana), que tiene un elevado dimorfismo sexual y “más de mil 500 genes relacionados con el sistema olfativo”, mientras que “los primates, que usamos más nuestro sentido de la vista, tenemos como 400 (genes)”.

El caso de los humanos

Si bien el dimorfismo sexual entre machos y hembras humanos (Homo sapiens) no es muy pronunciado, sí es mayor que el de las marmosetas (Callithrix jacchus), entre las que ambos sexos son casi idénticos y son muy monógamas; los monos catarrinos (Colobus angolensis palliatus); las ratas negras (Rattus rattus), o los castores (Castor canadensis), cuyas hembras son ligeramente más grandes.

Pero el ser humano destaca por tener el cerebro más grande respecto al tamaño de su cuerpo, y eso “nos ha permitido vivir… lejos de lo que dicta la biología; tenemos un desarrollo cultural muy grande, muy amplio, que se sobrepone a esa biología”, apuntó Urrutia. Y así, hay culturas en que se favorece la monogamia y otras en que lo hace la poligamia (en realidad, la poliginia), dijo.

Por eso tengo mucho cuidado de decir, nada más viendo nuestra fisonomía y comparándonos con otros primates o con otros mamíferos, que nuestra biología apunta a que nos acomodamos en este lugar del espectro (de conductas), aseveró la experta.

Ese mismo cuidado tuvo Urrutia cuando se le preguntó si quería opinar sobre el análisis de cromosomas que se hizo a dos boxeadoras en los recientes Juegos Olímpicos, las cuales tuvieron cromosomas sexuales XY, que definen el sexo masculino, y no XX, del femenino.

“Creo que no me corresponde a mí como científica… pronunciarme a favor o en contra de las decisiones de los cuerpos reguladores de las olimpiadas. Sin embargo, sí hay ciertas diferencias fisiológicas y fisonómicas que diferencian a los machos y a las hembras de nuestra especie, y pues habría que tener cuidado en que se mantenga la equidad de oportunidad en estos eventos deportivos”, remarcó.

Urrutia consideró que actualmente “la mayor aceptación a la diversidad en género y de identidad nos está trayendo un periodo de ajuste… está muy bien que se acepte una diversidad de identidad y de orientaciones, y pues creo que justamente estas controversias reflejan que el tema está en la sociedad, y antes, como no había aceptación, pues no teníamos estas discusiones y estas controversias”.