Confianza, aplomo, recetas de coaching para debatir y ganar
Expertos analizan fortalezas y debilidades de Sheinbaum, Xóchitl y Máynez, de cara al round que sostendrán el próximo domingo; coinciden en que estos encuentros pueden hacer variar la intención del voto
Claudia Sheinbaum tiene una campaña sólida y mensajes bien definidos, pero no está acostumbrada a los escenarios combativos.
Xóchitl Gálvez tiene una personalidad espontánea y entusiasma a las audiencias; sin embargo, no ha encontrado el tono para que sea vista como mujer de Estado.
Jorge Álvarez Máynez es elocuente, persuasivo, y comunica con facilidad las ideas, pero aún tiene bajo nivel de conocimiento y la gente subestima su postulación.
Estas son las evaluaciones de cuatro especialistas en coaching político, consultados por ejecentral para conocer qué hay detrás de la preparación de un candidato presidencial previo a un debate. Es la hora, afirman, de potencializar las fortalezas y reducir las debilidades; de mostrar al electorado si tienen el talante para gobernar un país; es la ocasión para exponer sus propuestas y conectar emocionalmente con los votantes.
“Para ganar votos, necesitas persuadir a la gente, captar su atención y hacer que confíe en ti”, afirma Reynaldo Barbarín, director general de Kérsifos, agencia especializada en campañas electorales, storytelling, estrategia digital, discurso y políticas públicas.
“Que confíen en ti”
“Eso no necesariamente se logra con propuestas, mucho menos con ataques a otros candidatos. Eso se logra mostrando confianza en ti mismo, mirando a la cámara como si fueran los ojos de la audiencia, utilizando posturas de poder, escuchando a tus rivales y contestándoles con aplomo, sonriendo con naturalidad y, sobre todo, mostrando autenticidad. La clave del carisma está en la autenticidad, porque nadie pone atención en personas que perciben falsas o fingidas”, puntualiza.
El domingo próximo, los tres candidatos presidenciales tendrán su primer debate hacia las elecciones del 2 de junio. Es la primera ocasión en que Claudia Sheinbaum, de la alianza Morena-Verde-PT; Xóchitl Gálvez, del bloque PAN-PRI-PRD; y Jorge Álvarez Máynez, de Movimiento Ciudadano, se encontrarán para contrastar sus diagnósticos del país, propuestas y personalidades.
“Un debate es un proceso absolutamente emotivo. En el gremio tenemos una frase: un candidato que no llega al corazón no gana una elección; es súper importante esa conexión emocional con el elector”, asegura Javier Maza, consultor político especializado en comunicación estratégica, manejo de crisis, debates y media training en campañas electorales.
Por ello, es importante evitar la lectura en los debates políticos. Según Maza, quien ha participado en campañas en Estados Unidos y América Latina, cuando un político lee en estos eventos, da la impresión de no asimilar las ideas y de carecer de autenticidad.
Pros y contras
De acuerdo con los expertos, Sheinbaum es la candidata que mejor domina los temas de la agenda pública y se expresa como auténtica gobernante; en cambio, posee una personalidad más fría y tiene el reto de conectar con las audiencias..
Gálvez es auténtica y conecta con la gente, pero necesita arriesgarse más, lo que aumenta la posibilidad de cometer errores.
Álvarez Máynez llega más relajado y con menos presiones que sus adversarias, lo que le da una ventaja para sorprender en el debate, pero tendrá dificultades para eliminar la etiqueta de “junior” y para explicar su concepto de “nueva política”.
“El manual indica que quien es puntero, en este caso Claudia Sheinbaum, tendrá que cuidarse, deberá hacer un debate muy conservador, sin arriesgar; creo que tendrá que hacer un debate muy lineal, que es apegarse a la continuidad del proyecto del presidente Andrés Manuel López Obrador”, considera Arturo Espinosa Silis, director general de Strategia Electoral.
“Xóchitl Gálvez va a hacer propuestas más arrojadas, buscará la forma de diferenciar su proyecto del gobierno actual, y también atacará en cuanto a las fallas de la actual administración”, añade Espinosa.
En un debate, aporta el coach político Eduardo Achach, “se debe tener presente que el que se enoja, pierde; se debe responder con eficacia a los adversarios que buscan sacarme de mis casillas y distraerme”.
Un ejemplo del costo de no controlar los impulsos ocurrió en el debate presidencial del año 2000, cuando Francisco Labastida, candidato del PRI, se victimizó frente a Vicente Fox, del PAN, al quejarse de que lo había llamado “mariquita”, “labestida” y “mandilón”. Así lo ilustra Achach, cuya empresa, Mega Direct, ha participado en más de mil campañas para diferentes cargos públicos.
Las incógnitas
Los analistas entrevistados por ejecentral destacan las incógnitas principales del evento del próximo domingo: si Sheinbaum podrá destacar como figura autónoma y desvincularse de López Obrador; si Gálvez logrará controlar su efusividad y demostrar su capacidad para gobernar, y si Álvarez Máynez será capaz de atraer la atención y convencer de que la competencia es entre tres proyectos, no sólo entre dos.
Reynaldo Barbarín argumenta que los debates pueden influir en las preferencias electorales. Señala el caso del primer debate presidencial entre Kennedy y Nixon en 1960, que cambió el curso de la elección, así como los debates en México entre Fox y Labastida en 2000, y entre Calderón y otros candidatos en 2006, donde los candidatos lograron destacarse y ganar terreno.
Al respecto, Javier Meza argumenta que “un buen debate te acerca a la victoria; un mal debate te aleja de la victoria. Un buen debate tiene dos efectos positivos en el electorado: primero, refuerza el voto fiel, el voto duro; y segundo, puede entusiasmar a los indecisos”.
Meza advierte que los candidatos deben ser prudentes en los ataques, pues se vale destrozar las ideas del contrincante, pero nunca su persona. “Uno de los peores errores que se pueden cometer en un debate es atacar a la persona por sus ideas. Eso disgusta al ciudadano. Y muchas veces se cae en ese ciclo del adjetivo, de la descalificación, del cuestionamiento a la persona”.
Arturo Espinosa subraya que las propuestas son importantes en un debate, pero el objetivo es la imagen que se proyecta.
“Si revisamos la historia de los debates, es un hecho que pueden ser un gran escenario para que la gente conozca realmente qué tipo de persona es quien aspira a gobernarnos durante los próximos seis años. Prefiero pensar que los debates son un momento en el que vemos quién tiene el perfil para ser el próximo líder, más que las propuestas que plantea”, destaca.