Desde hace tres años, con la implementación de la “Iniciativa de la Franja y la Ruta”, China potenció su papel como promotor de las energías limpias. Pero la estrategia no solo es interna, hacia afuera de sus fronteras también ha trazado alianzas en pro de la llamada transición energética.
A inicios de año China se fijó la meta de instalar mil 200 gigavatios de energía eólica y solar para 2030, sin embargo, las instalaciones renovables se dispararon y le permitieron lograr en solo seis meses lo que se preveía materializar en seis años.
En 10 años (2013-2023) China logró incrementar su consumo interno de energía renovable de 15.3% a 26.4%.
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A escala global, para dimensionar el impacto del país asiático en cuestión de energías limpias, basta decir que produce el 40% de la energía renovable en el mundo.
En 2023 el gobierno chino invirtió 676 mil millones de dólares para impulsar la transición energética, esto reafirmó al país asiático como el mayor inversor.
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Desde 2021 ha acordado colaborar con una centena de países para invertir en energías verdes y nucleares, así como en hidroeléctricas, lo cual es reflejo de el empeño que las autoridades de China han puesto en energías limpias.
Así las cosas, la potencia asiática ha robustecido su producción de energías renovables, como lo ha dejado de manifiesto también la reforma que ha hecho de su sistema eléctrico. Pero, además, se ha dedicado a atender lo que es señalado como su aspecto pendiente: reducir los combustibles fósiles. Y es que sus emisiones de dióxido de carbono permanecen altas, por lo que se ha propuesto reducir en cinco años el 18% de ellas. GA