Fueron solo 10 meses los que Agustín Cosme Damián de Iturbide y Arámburu estuvo al mando del incipiente México como emperador. De mayo de 1822 a marzo de 1823 este personaje, que en un principio fue parte del ejército de la Nueva España y férreo defensor del Virreinato, pasó a ser el consumador de la independencia de la Corona Española. Sin embargo, su lugar en la historia es mayormente recordado como el traidor de la patria.
La compleja situación que enfrentaba la nueva nación, principalmente la crisis económica provocada por el desconocimiento desde tierras ibéricas, dieron prematuro fin al mandato del emperador Agutín de Iturbide, quien también tuvo que hacer frente a presiones militares.
Ante tal escenario, se vio obligado a dejar el imperio para exiliarse en Europa (con una pensión vitalicia), regresó al año siguiente pero no fue la mejor idea. Su vuelta se debió a los rumores de que colonias españolas planeaban una reconquista.
Sin embargo, a su desembarco en la costa de Tamaulipas en mayo de 1824 el militar nacido en Morelia fue arrestado y puesto preso. Posteriormente, las autoridades del estado lo sentencian.
Aunque su intención de regresar a México era genuina, Agustín de Iturbide no se enteró que el 28 de abril el Congreso Mexicano lo había nombrado “traidor de la patria” y advertía sobre juzgar a quien lo ayudara a regresar al país.
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Como el delito de traición se castigaba con al muerte, el destino de Agustín de Iturbide fue el fusilamiento, el cual se concretó el 19 de julio.
Ese día murió “el otro padre de la patria”, como lo reconoció el escritor e historiador Pedro Fernández, quien dedicó una de sus obras al personaje que 10 meses fue el “Emperador de México”.
Los claroscuros de Agustín de Iturbide propiciaron que en 1921 se quitara su nombre de la Cámara de Diputados, de la sección en la que se muestra a “los héroes del país”.
“Muero gustoso porque muero entre vosotros. Muero con con honor, no como traidor: no quedará a mis hijos y su posteridad esta mancha. No soy traidor, no”, aseguró el novohispano en una carta escrita a su esposa Ana María Huarte escrita antes de morir.
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