Pero no todo es negativo. Hay quienes ven en el proyecto de reforma judicial una oportunidad para reposicionarse y hasta reciclarse en la 4T. Uno de esos, nos cuentan, es el investigador americano John Ackerman, que tanta influencia tuvo al inicio del sexenio obradorista para luego caer en desgracia, junto con su esposa Irma Eréndira Sandoval, por tratar de jugarle las contras al presidente Andrés Manuel López Obrador en Guerrero.
Refugiado en un millonario programa universitario, la semana pasada Ackerman soltó al puñado de muchachos y no tan muchachos, que siempre ha manejado en la Facultad de Derecho de la UNAM para que intentaran orquestar un paro de labores que fracasó.
El pretexto era la reforma judicial, y quienes conocen el estilo de operar del gringo, como le dicen en la universidad, aseguran que con el cierre de la Facultad pretendía desmovilizar a los alumnos que iniciaron y encabezan las manifestaciones estudiantiles contra la reforma, para después ir a las oficinas de la presidenta Claudia Sheinbaum a mostrarle cómo había logrado sabotear el movimiento de universitarios que rechazan el proyecto morenista, y así empezar a recuperar influencia. El intento de paro no funcionó y Ackerman se quedó, otra vez, sin ningún espejito que ir a vender en Morena.
