Norma Piña, sin reflejos ni visión

La hora de hacer cuentas llegó y aunque algunos afirman que todavía hay vías legales para impugnar, es obligatorio iniciar el recuento de los saldos de la reforma judicial. En ese balance, la ministra presidenta Norma Piña tendrá que asumir su responsabilidad como la gran culpable de la refundación, por demolición, del Poder Judicial Federal. Su último gran yerro ocurrió hace unos días, cuando presentó lo que sus aliados nombraron su propuesta de Contrarreforma Judicial, a unas cuantas horas de que el Senado votara la reforma. El desprecio de Piña por todo aquello que esté fuera de las normas jurídicas, las reglas de la comunicación y las de la política, por ejemplo, llevaron al Poder Judicial al despeñadero en que hoy se encuentra. Serán ella y sus asesores quienes carguen con la responsabilidad histórica de no haber sabido defender ni comunicar, con inteligencia y empatía más allá de los dogmas jurídicos, el papel y la función del Poder Judicial. La arrogancia nunca es una buena estrategia, pero las ministras y los ministros tardaron mucho en darse cuenta de cuan arrogante y rebasada resulta aquella máxima que dice que “los jueces solo hablan por sus sentencias”