A pocas semanas de que se cumpla un año de la gran ofensiva militar de Israel en los territorios palestinos ocupados, las finanzas y comercio no le sonríen al régimen encabezado por el primer ministro Benjamin Netanyahu.
De acuerdo con datos de medios de comunicación de Israel, durante el segundo trimestre de este año –que abarca del 1 de abril hasta el 30 de junio– la economía de este país se ha desacelerado en comparación con el mismo periodo de años anteriores, lo que ha afectado tanto a las inversiones como a las exportaciones.
La Oficina Central de Estadísticas de Israel detalló que, en este segundo trimestre, el Producto Interno Bruto (PIB) del país se redujo 1.4% en comparación con los segundos tres meses del 2023.
La información fue corroborada por Ronen Menachem, economista jefe de mercados del Banco Mizrahi-Tefahot –el tercer banco más grande de Israel y el mayor prestamista hipotecario en el territorio–, quien admitió que “el Producto Interno Bruto per cápita se redujo tanto en comparación con el trimestre anterior como en comparación con el segundo trimestre correspondiente del año pasado, una cifra que indica claramente el daño significativo que la guerra está causando a la economía”.
›Uno de los sectores en donde se refleja la desaceleración es en la producción empresarial, que disminuyó 1.9% durante el segundo trimestre del año, así como en las exportaciones de bienes y servicios, que registraron una reducción del 8.3% en dicho periodo.
En total, más de 40 mil empresas israelíes han cerrado desde octubre del año pasado, y se calcula que la cifra podría superar las 60 mil a finales de este 2024.
Los miles de muertes de civiles palestinos también le están pasando factura a Israel. Debido a que muchos de los fallecidos y desplazados estaban contratados en trabajos manuales y de servicio, dichos sectores reportan déficit. Tan sólo en el rubro de la construcción, la Oficina Central de Estadísticas de Israel informó que las inversiones están 26% por debajo del año anterior.
En cuanto a los envíos marítimos, se estima que en los primeros seis meses de este año disminuyeron 16%, en comparación con el mismo periodo del año pasado.
Otro sector golpeado por la ofensiva israelí en Gaza es el turismo. Información difundida por la Asociación de Hoteles de Israel (IHA, por sus siglas en inglés) señala que alrededor del 10% de todos los hoteles está al borde del colapso financiero. El sector ha sido afectado por la falta de personal tanto de servicio como administrativo, como consecuencia de las incursiones en Gaza y el desplazamiento de los israelíes en las zonas consideradas de peligro.
Por si fuera poco, la calificación crediticia del país ocupante se encamina hacia el peligro. Así lo advirtió la agencia de calificación de riesgo Moody’s, quien la semana pasada publicó que “un conflicto militar total con Hezbolla o Irán podría tener importantes consecuencias crediticias para los emisores de deuda israelíes”.
El anuncio llega después de que Moody’s rebajara su calificación crediticia de A1 a A2 en febrero, y Fitch Ratings la degradara de A+ a A. La recolocación del nivel significa que, si bien las finanzas aún son valiosas y atractivas para invertir, existe el riesgo de que tanto el capital como los intereses de la deuda de Israel se deterioren en un futuro próximo.
Se calcula que el costo total de la guerra en Gaza podría ascender a 120 mil millones de dólares, una cifra que representa el 20% del PIB de Israel.
Inversiones en fuga
La vulnerabilidad económica de Israel se refleja también en las empresas transnacionales que han retirado sus inversiones. A esta presión se suman las acciones del movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), en casos como el de la tecnológica estadounidense Intel, que durante junio desistió de invertir 25 mil millones de dólares en una nueva fábrica que había sido planeada a 26 kilómetros de la Gaza ocupada.
Entre las empresas que se han retirado parcialmente también se encuentran Samsung Next, la rama de innovación del gigante tecnológico Samsung, que en abril anunció el cierre de sus operaciones en Tel Aviv, y las japonesas Itochu Corporation
–dedicada a la importación/exportación y el comercio exterior de diversos productos– y Nippon Aircraft Supply, las cuales terminaron sus relaciones con Elbit Systems, el mayor fabricante de armas privado de Israel.
La lista de desinversiones se completa con compañías como la cadena londinense de cafeterías Pret a Manger –que abandonó sus planes de abrir 40 sucursales en Israel–, la empresa alemana de ropa deportiva Puma –que no renovará su contrato con la Asociación de Futbol de Israel–, y las pérdidas multimillonarias que han tenido otras como Coca-Cola y Starbucks debido al boicot, especialmente en Medio Oriente.
Pero no sólo las empresas ven riesgo en Israel. En febrero de este año, el gobierno de Noruega se deshizo por completo de los bonos israelíes y, además de retirar todas sus inversiones del país, presiona a otras instituciones noruegas para que dejen de financiar el apartheid de Netanyahu.
De continuar la tendencia en el comercio interior y exterior, expertos advierten sobre la posibilidad de una recesión en el país, en un momento en que la ofensiva contra el territorio palestino parece no tener fin, mientras que la adición de nuevos actores, como Irán y el grupo Hezbolla, amenazan con prolongar el conflicto.