La mañana para los ucranianos comenzó con una serie de ataques cerca de la línea del frente del este. El bombardeo, que constó de al menos 32 proyectiles sobre Stanitsa Luganska, una pequeña ciudad, ha generado reacciones negativas de los líderes occidentales, mientras los separatistas rusos y Ucrania se acusan mutuamente.
Tras los hechos, las autoridades de la ciudad contabilizaron varios heridos, y por el momento no se registran muertos. Sin embargo, los proyectiles han fungido para socavar los ánimos de los ciudadanos y tensar aún más los diálogos diplomáticos. “La explosión tuvo lugar alrededor de las 9:00 horas. La onda expansiva me lanzó hacia la puerta. Ya no sentía el lado derecho de mi cabeza”, narró a AFP Natalia Slessareva, empleada de una guardería que recibió uno de los impactos. “Si la explosión se hubiera producido 15 minutos más tarde, las consecuencias podrían haber sido catastróficas”, asegura.
Y si bien nadie se ha responsabilizado por el ataque, se teme que sea una táctica para iniciar una invasión por parte de Rusia. “Los informes sobre una actividad militar ucraniana inhabitual en la región del Donbás son un intento descarado del gobierno ruso de fabricar pretextos para una invasión”, informó Liz Truss, ministra británica de Relaciones Exteriores.
A esta declaración se sumó la del primer ministro del Reino Unido, quien aseguró que Rusia busca desacreditar a Kiev para justificar su invasión. “Una escuela infantil fue atacada en una operación concebida para desacreditar a los ucranianos, concebida como un pretexto, una provocación falaciosa que justifique una acción rusa”, fueron sus palabras.
Y si bien las acciones armadas no han avanzado, la alerta se ha extendido a otros países y organizaciones internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que pidió a todos los involucrados “que muestren la máxima moderación”.
Por su parte, Estados Unidos urgió este jueves a Rusia a que “abandone la vía de la guerra”, y mantiene la posibilidad de imponer sanciones y respuesta armada al país en caso de que se vuelva a abrir fuego en Ucrania.
En respuesta, poco después tanto del ataque como de estas declaraciones, Rusia “expulsó" a Bart Gorman, considerado el “número dos” en la embajada estadounidense en Moscú, mientras el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, aseguró que “no necesita” soldados extranjeros aliados en su territorio para hacerle frente a Rusia, ya que su presencia podría servir de pretexto a Rusia para intervenir.
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