Casi al mismo tiempo que la Organización del Tratado del Atlántico Norte clausuraba su más reciente reunion, el gobierno de Vladímir Putin anunció la retirada de su ejército de la isla de las Serpientes, una posición estratégica en el mar Negro conquistada por Moscú, como un gesto “de buena voluntad”, aseguró el Kremlin.
Sin embargo, tal acción fue descrita como un hecho que demuestra que es “imposible someter a un país que no acepta su dominio”, según lo declarado por el primer ministro británico, Boris Johnson. “Hemos visto lo que puede hacer Ucrania para hacer retroceder a los rusos”, agregó.
La noticia de la retirada rusa de la isla se produjo el día en el que el presidente estadounidense Joe Biden anunció un nuevo paquete de ayuda militar a Kiev por un valor de 800 millones de dólares. “Vamos a estar al lado de Ucrania, y toda la Alianza va a estar al lado de Ucrania, el tiempo que haga falta para asegurarse de que no es derrotada por Rusia”, informó el presidente estadounidense.
Cercano al cierre de una semana en donde las grandes potencias del mundo avanzaron en forma coordinada para poner un freno a Rusia, Serguéi Lavrov, ministro ruso de Relaciones Exteriores, aseguró que “ya estaba cayendo una cortina de hierro entre Occidente y Rusia”, haciendo alusión a la frase pronunciada por el ex primer ministro británico Winston Churchill en 1946.
Aun en la antesala de su ingreso formal a la Unión Europea (UE), Ucrania ya ha comenzado a afianzar su alianza; Denys Shmyhal, primer ministro ucraniano, y Ursula Von der Leyen, anunciaron que pese a la invasión, ya ha comenzado a exportar electricidad al bloque de países europeos, lo que también le dará la oportunidad de obtener ingresos que ha perdido con el bloqueo de las exportaciones de granos.
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