Arturo y Ocram, dos vidas diferentes en México que, ante la pandemia del nuevo coronavirus tuvieron que recurrir al retiro de una parte de los ahorros de su fondo para su jubilación. Ese dinero “es un oxígeno temporal” que les hará falta en el futuro.
Ocram, de 48 años, laboró en una empresa de servicios a empresas petroleras. Después del despido, sufrió un accidente vehicular, por lo que el gasto médico consumió sus ahorros bancarios y luego llegó la pandemia.
Y Arturo Martínez, de 41 años de edad, trabajaba en la planta de General Motors en Silao, Guanajuato, pero hubo recorte y se quedó sin empleo. Su situación se agravó con el coronavirus por la cancelación de actividades no esenciales, y para solventar los gastos de su familia (seis en total), tuvo que vender un predio donde estaba a punto de construir una segunda vivienda.
›Ellos no fueron los únicos que durante la pandemia retiraron dinero de su afore. En los primeros cinco meses del año, por desempleo, han retirado alrededor de 6 mil 800 millones de pesos. Esta cifra representa un máximo histórico, que en los primeros cinco meses del año aumentó 43.1%, en términos reales.
Es así que, cada 24 horas han sido retirados, en promedio, 45 millones de pesos de las afores. En 2010, en el mismo periodo, el crecimiento fue de 56.2%, pero el retiro promedio diario fue de 26 millones, y en 2009 con la pandemia de influenza AH1N1, los retiros promedio diarios sumaron 16 millones de pesos, 67.0% más que el año anterior.
Si bien ese aumento es el tercer más elevado en los últimos 15 años, significó el mayor valor promedio diario de retiro de fondos. Tan sólo en abril, los retiros parciales se dispararon 89.4%, el mayor crecimiento porcentual en una década, con mil 616 millones de pesos.
El próximo año, se tendrá la primera generación de jubilados del Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR) que entró en vigor en 1997, que pasó de un fondo colectivo a un sistema de cuentas individuales por trabajador registrado en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Y ahora existe el riesgo que millones de personas se queden sin jubilación y se condene a hijos a financiar a los padres en su manutención, sostuvieron expertos consultados por ejecentral.
Los cálculos es que algunos pensionados alcanzarán sólo una tercera parte de su ingreso como trabajador en activo. Esto tarde o temprano, dicen, generará una mayor pobreza en la población mexicana.
Iniciará con una afectación familiar, en particular en los hijos de algunos de los más de 66 millones de personas registradas en el Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR) en México y que ahora incluye a los burócratas registrados ante el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).
La situación se agrava porque México es uno de los países con mayor población adulta y, en algunos casos, en el territorio nacional el ingreso per cápita es extremadamente bajo (el número 65 del mundo). A lo que se suma una economía en desaceleración desde el año pasado.
89.4 por ciento se dispararon los retiros parciales de las afores durante abril pasado.
El impacto
El gerente de Metodología y Asesoría Comercial de Afore SURA, Gerardo Chavarría Jaimes, comentó que al hacer los retiros parciales, las semanas de cotización disminuyen en la misma proporción que recibe de los ingresos. Ese retiro puede ser por desempleo o por matrimonio. Aunque la pérdida de la fuente laboral es la principal razón. En los primeros cinco meses del año, por cada mil pesos retirados por desempleo, por matrimonio se retiraron sólo 11 pesos (1.14% del total).
Con la pérdida de empleo, se dejan de hacer las aportaciones obrero-patronales a la afore y el recurso entregado al trabajador deja de capitalizarse. Lo peor, sostuvo Chavarría, es que con la ley vigente, algunos trabajadores no alcanzarán a jubilarse por la insuficiencia de semanas de cotización.
“Para los trabajadores, con la nueva ley de 1997, se requiere más semanas cotizadas para tener derecho a la pensión y en algunos casos, la mayoría de la gente no va alcanzar el derecho a la pensión”, comentó el ejecutivo de SURA.
›Con la nueva ley, añadió, se requieren mil 250 semanas (24 años, dos semanas) de cotización en el IMSS, mientras que con la ley anterior (vigente para algunos) se necesitan 500 semanas para tramitar la jubilación. Por ello, para los trabajadores bajo la ley actual se puede complicar el proceso de retiro laboral.
A manera de ejemplo, el ejecutivo de SURA comentó: “tengo mil semanas cotizadas (en el IMSS), 50 años y pedí 10% de mi ahorro en la afore. En automático disminuye 10% el saldo de las semanas cotizadas, entonces ahora tengo 900. Cuándo encuentre trabajo con cotización al IMSS, si me da tiempo quizá tenga otra vez las mil semanas y seguiré trabajando para tener cuando menos las mil 250 semanas y tener derecho a la pensión”.
Cada 24 horas han sido retirados en promedio, cerca de 45 millones de pesos de las Afores. Hacia 2010, en el mismo periodo, el crecimiento fue de 56.2%, pero el retiro promedio diario correspondió A 26 millones de pesos.
Efecto sándwich
Además de las semanas de cotización descontadas, otro efecto negativo del retiro parcial es la plusvalía que se deja de obtener.
Para el inversionista al usar el dinero de su afore, mucha gente está robando dinero al “viejecito” que ellos mismos van a ser en el futuro. Es decir, si hago un retiro parcial de mi afore, el Álvaro de hoy, de 44 años, estoy robando dinero, Álvaro viejito que seré cuando cumpla 65 años. Si me gasto ahora parte de mi afore, en comida o en viajar, es algo muy delicado. Ese dinero no es mío, es un dinero del yo que seré en el futuro”, comentó el asesor financiero Álvaro Aldrete.
“Sacar dinero de la afore, por ejemplo considerando una tasa de interés compuesta a 10 años, por cada peso que gastan hoy, representa como tres pesos en la etapa de retiro. Es sumamente delicado”, detalló.
Derivado de los bajos porcentajes de ahorro legal y voluntario, “no hay una garantía de lo que se va a recibir y el cálculo más cercano es que (los trabajadores en retiro) recibirán entre 20% y 25% del ingreso que recibían como trabajadores en activo. Ahí está la parte delicada”, explicó Aldrete.
“Una persona que gana 15 mil pesos, cuando se retire con la afore recibirá más o menos tres mil pesos. Entonces tendrá que recurrir a sus hijos que quizá ganan 15 mil pesos también y recibirá ayuda de mil 500 pesos. Esos recursos en este momento son indispensables para que los hijos los usen en el ahorro de su propia afore, pero no lo podrán hacer porque si no el papá o la mamá se muere de hambre o porque no tienen para comprar el medicamento”, añadió el consultor.
Las estimaciones del experto financiero, encajan en un concepto básico del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) el de pobreza. Una persona se encuentra en esa situación “cuando tiene al menos una carencia social como rezago educativo, acceso a servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, servicios básicos en la vivienda y acceso a la alimentación; y además su ingreso es insuficiente para adquirir los bienes y servicios que requiere para satisfacer sus necesidades alimentarias y no alimentarias”.
Incluso, en la primera quincena de mayo, el Coneval informó públicamente que por la pandemia los niveles de pobreza por ingresos podrían aumentar en 6.1 millones de personas, y pobreza laboral podría crecer en 10.7 millones de personas para 2020, según las estimaciones del propio consejo.
Los primeros jubilados podrán evitar entrar a la pobreza con el llamado “efecto sándwich”, pero sólo se prolonga el tiempo engrose las estadísticas del Coneval.
“Los hijos de los próximos jubilados son la famosa generación sándwich. Así los llaman porque tiene que mantener a sus hijos y a sus padres”, comentó Aldrete, autor de libros y conferencista de “Retírate con dinero”.
›El problema de pobreza aumenta al considerar los empleos generados en la informalidad. A junio, el empleo formal disminuyó en más de 921 mil 500 plazas a causa de Covid-19. De acuerdo con los datos oficiales, el empleo registrado ante el IMSS representó a 37 de cada 100 trabajadores en México al primer semestre, periodo que reportó 55.3 millones de trabajadores.
Incluso, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), a marzo, seis de cada 10 empleos en el país estaban en la informalidad. Es decir, sin tributar impuestos como sobre la Renta (ISR), el de nómina, Infonavit, y en caso de que haya la Participación de los Trabajadores en las Utilidades (PTU) de la empresa.
Derivado de que esos puestos de trabajo carecen de servicios de atención a la salud, ese servicio en su gran mayoría se hace con cargo a las arcas de la nación, ya sea por la parte del gobierno federal o estatal.
Con la nueva ley de 1997, se requiere más semanas cotizadas para tener derecho a la pensión y en algunos casos, la mayoría de la gente no va alcanzar el derecho a la pensión.” Gerardo Chavarría Jaimes, gerente de Metodología y Asesoría Comercial de Afore SURA.
El antídoto, el empleo
La OCDE es puntual al señalar que para “reducir la pobreza laboral a menudo requiere beneficios laborales que completen los ingresos”. Al respecto, Aldrete consideró positivo que el gobierno federal reorientar parte de los 664 mil 450 millones de pesos (unos 29 mil 250 millones de dólares) de sus más de 80 programas sociales en generar estímulos fiscales para la atracción de inversión y la generación de nuevos puestos de trabajo.
“El empleo formal es muy importante para la economía, de alguna manera se forzaría a destinar parte de los ingresos a las afores. En el corto plazo no se vería un impacto positivo, pero en el mediano y largo plazo sí. Tristemente los gobiernos, no necesariamente el actual, sino todos, creen que necesitan acciones que de forma inmediata generen beneficios”, señaló el consultor.
Pero por el momento el panorama no pinta bien en el empleo formal. Después de casi 23 años de laborar interrumpidas en las líneas de producción de General Motors, Arturo Martínez fue despedido, sin liquidación. Empezó vendiendo su bicicleta para tener dinero para comprar alimentos para él, su esposa y cuatro hijos. Los recursos se terminaron y la misma suerte tuvo su pantalla de televisión, su motocicleta y en febrero pasado tuvo que vender un predio que “era mi principal patrimonio”.
Arturo Martínez se dijo muy preocupado porque está en juego el futuro de sus hijos en edad escolar. La mayor iniciará la carrera de contaduría pública. “Tengo para comer, pero me preocupa la compra de uniformes, libretas y todos los útiles, calzado y colegiaturas”.
El próximo año se tendrá la primera generación de jubilados del SAR que entró en vigor en 1997, que pasó de un fondo colectivo a un sistema de cuentas individuales por trabajador registrado en el IMSS.