TIERRA BLANCA, Ver.- Todos buscamos muertos y muertos encontramos. Nosotros hemos comenzado a buscar vivos, dicen en la Caravana Internacional de Búsqueda de Desaparecidos. Un grupo de cuarenta personas que atravesaron el país para pelear por la vida más allá de la desaparición forzada. En un autobús rojo, que viene desde Coahuila, ocho colectivos de familias con personas ausentes han incluido, en su búsqueda, las redes de trata y la esclavitud dentro de los grupos del crimen organizado como una opción para indagar. Con ingenio e ideas desarrolladas a partir de las redes sociales y los buscadores de internet se preguntan “por la vida más allá de la desaparición forzada (…) todos hemos buscado en predios. Hemos encontrado restos humanos, cadáveres, huesos, que nos darían una idea de lo que pasó con nuestros parientes. Pero también tenemos otra esperanza”.
Julio Sánchez Pasillas, representante de la Asociación Internacional de Búsqueda de Desaparecidos, es uno de los principales organizadores. Este viaje plantea que las mujeres y los hombres fueron secuestrados para ser mano de obra barata en redes de prostitución, narcomenudeo o gatilleros a las órdenes del crimen organizado.
¿Qué hacemos? Estamos organizando estas caravanas para visitar cárceles, centros de control sanitario, universidades, iglesias. Son otras opciones, otras formas de ver la desaparición de nuestros familiares”, dice Julio, un hombre maduro, de tez rubia, nariz pequeña y respingada.
A cada ciudad a donde llegan, la Caravana organiza dos eventos, una misa y una marcha. “Aunque no somos un grupo religioso” vemos una opción para que exintegrantes del crimen organizado se acerquen y ofrezcan información sobre el paradero de cadáveres o personas que trabajan bajo amenaza.
Tenemos cuidado con la información que se nos ofrece, la trabajamos y la entregamos a las autoridades (…) La marcha es para recordarle a la gente que aquí estamos, que aquí seguimos. Además buscamos en los Centros de Control Sanitario donde atienden a las trabajadoras sexuales y vamos a las cárceles del país buscando a nuestra gente o alguien que nos dé pista de dónde está nuestra gente”.
Un Agente del Ministerio Público los acompaña en cada indagación o después de algún encuentro con informantes, para certificar los hallazgos. La Caravana ya ha encontrado pistas sobre el paradero de los desaparecidos. Los “posibles positivos”, término que utilizan para casos avanzados, han aumentado en menos de una año a 22 casos con información de las personas que han sido utilizadas en redes de trata de personas.
Una compañera encontró en un catálogo de scorts a su hija e iniciaron las diligencias (…) otro caso es el del penal femenil de Saltillo, Coahuila, donde una reclusa dio paradero de una joven desaparecida que estaba como compañera de un hombre, dio señas de la chica y del señor que la tiene”, relata el activista.
Julio piensa todos los días en su hija Tania, que desapareció en enero de 2012. Ahora pide a los universitarios que lo apoyen y crea redes de búsqueda digital. Él pone el ejemplo de que “si googleas ‘acompañantes Coahuila’” salen más de 127 mil resultados y es por eso que muchos jóvenes “nos están apoyando desde sus hogares”. ¿Es descabellada la idea de buscar desaparecidas en sitios de acompañantes? Los activistas saben que en el último informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), de 2016, “Diagnóstico sobre la Situación de la Trata de Personas en México”, señala que de las “dos mil 843 víctimas, 87.9% son mexicanas y solo 8.4% extranjeras; 93.4% mujeres y 6.1% hombres; el 26.5% son personas menores de edad y 71.7% mayores de edad”.
Los estados del país en que más averiguaciones previas se han abierto por trata son Puebla con 375, Chiapas 315, Ciudad de México 113, Oaxaca 118 y Baja California Norte y Estado de México con 95. Por lo que una esperanza para muchas familias es encontrar a las mujeres, niñas, adolescentes vivas. Este año la Embajada de Estados Unidos señaló que “el Gobierno de México no cumple plenamente con las normas mínimas para la erradicación de la trata de personas; sin embargo, está haciendo un gran esfuerzo por lograrlo (…) A pesar de que constantemente se informó sobre la complicidad generalizada de las autoridades, no hubo informes sobre investigaciones, enjuiciamientos ni condenas de empleados gubernamentales cómplices de trata en 2016”. Con astucia los colectivos del norte del país comienzan a meterse a las cárceles y ofrecen servicio social, llevan obras de teatro, círculos de lectura o jornadas de corte de cabello y belleza para reos y reclusas sin anunciar el objetivo de la visita. “Ayudamos y nos ayudan”, dicen. La primera Caravana Internacional de Búsqueda de Desaparecidos se realizó este 2017, del 12 al 21 de mayo, visitando cinco ciudades del estado de Coahuila. La segunda caravana se iba a realizar desde Tuxtepec hasta Acapulco, Guerrero, aunque por los sismos de septiembre la agenda se redujo a Tuxtepec y la ciudad de Oaxaca, pasando por Tierra Blanca, Veracruz. La Caravana está integrada por colectivos como Resultados de búsqueda, Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en México (FUUNDEM-FUUNDEC), Grupo Vida de Torreón, Alas de Esperanza, de Allende, Búsqueda de Familiares María Herrera A.C., Uniendo Cristales A.C., Búsqueda de Familiares Regresando a Casa, Morelos A.C., Mayra de la Vega de Orizaba Veracruz y Colectivo Solecito de Veracruz. En suma, 45 personas realizaron este viaje. "¡Ay, cómo hay de moscos por acá!”, se quejan las señoras norteñas ante el calor húmedo de la ciudad de la Cuenca del Papaloapan. La noche que descasaron en Tierra Blanca, “diosito los vio con ojos de piedad”, pues la temperatura alcanzó 28 grados durante la noche y no a las 52 grados de sensación térmica que se han percibido durante los meses de primavera y verano.
“Debo ser fuerte”
Beatriz lleva seis años buscando a su hijo José. Eran finales del sexenio de Felipe Calderón, Humberto Moreira había solicitado licencia y Jorge Torres administraba el estado de Coahuila. José era uno de los administradores de un “lotero”, persona que se dedica a vender autos usados de Estados Unidos, manejaba dinero todos los días. Durante los primeros días del mes de octubre un grupo armado lo detuvo en la carretera, viajaba con un compañero más. Por casi dos años el jefe de José se rehusó a declarar. Se atuvo al artículo 20, sección A, fracción II, de la Constitución para no responder “preguntas especiales o específicas”. Los del Ministerio Público tampoco querían recibir la denuncia.
La gente en el Ministerio Público me dice que qué sabía, que si tenía algo que decir. Cómo queriendo fabricar una historia criminal de mi hijo; pero yo lo conozco, lo eduqué para ser un hombre de bien. Era un padre amoroso”, dice Beatriz.
La mujer viaja acompañada con sus hijos, Pedro y Arturo, en la Caravana; mientras relata la historia sus hijos la escuchan, no le gusta dar testimonio en las reuniones o marchas “porque no quiero llorar, tengo que vivir con fortaleza y con la promesa de encontrar a mi hijo (…) se lo prometí a mis nietos”. Las investigaciones, según lo relata la familia, indican que fue un ex lava-coches que hizo pasar a la pareja de trabajadores como gatilleros de otro grupo del narco. José sólo era un empleado con una esposa y dos hijos.
Pero cómo denunciar, cómo luchar si la persona señalada por el crimen vivía en tu misma colonia”, dice.
El dueño del lote de autos comenzó a tergiversar las versiones del móvil criminal. Durante meses se negó a apoyar a la familia de su trabajador, “pero lo que a mí no se me olvida es que un día después de la desaparición, un grupo armado entró a mi casa”. Beatriz es diabética, ahora cuida de su salud y apoya la causa de las familias con familiares desaparecidos. “Mis hijos son mi pilar, me tengo que cuidar, por mí y por mis hijos, y son lo que me ayuda a enfrentar todos mis miedos”. “Ya no tengo miedo” Maru ya encontró a su hijo pero continúa en la lucha. A sus 60 años administra un pequeño negocio con su familia en Ciudad Zaragoza, en Coahuila, pero viaja en las caravanas con su hija. La historia de Hugo, su hijo menor, es la de un joven que fue inmigrante casi una década. “A Hugo se lo llevaron. Me dijeron de todo, que él se fue por su propio pie, que lo levantaron (…) ¿Qué haces? ¿Qué piensas? Yo vivía aterrada, me daba miedo salir y seguir trabajando”, dice Maru. El 17 de diciembre de 2011 una camioneta llamó a uno de los empleados de Maru. “Yo ni estaba” pero bajaron un centímetro el cristal y les informaron que Hugo había sido asesinado en Zacatecas, en un enfrentamiento contra la Marina. Lo llevaron por la fuerza a las filas del crimen organizado. Durante años Maru soñó con su hijo como un niño pequeño “y dicen que cuando uno sueña así es que tus hijos están muertos”. Hasta que se atrevió a solicitar el apoyo de la Asociación Internacional de Búsqueda de Desaparecidos que hablaron con el gobierno de Zacatecas para identificar el cuerpo de Hugo que se fue a la fosa común. “Yo recuerdo la noticia del enfrentamiento, pero no me imaginé que lo trajeran ahí. Como una especie de esclavo. De no ser por el ADN no me lo entregan y aún sigo esperando su acta de defunción”. Maru ya no llora. Sigue administrando su negocio y se da el tiempo para viajar con su hija con la Caravana Internacional. Van rumbo a Oaxaca, donde existe el reporte de desaparición de Jenny Cheng, una mujer china casada con un americano que solicitó ayuda a los grupos de familiares. Estos grupos también analizan la desaparición de Marina Burakova, una mujer rusa que también desapareció en México y utilizan las redes sociales para “aumentar las posibilidades de que alguien la haya visto”. De regreso de su viaje por Tuxtepec los buscadores de vida cenan pozole, gracias al apoyo de familias veracruzanas. Todos platican entre sí y dan gracias por un día de trabajo. Los viajes por México y la convivencia, alimentan todos los días la esperanza de encontrar a sus ausentes.