Para luchar contra el cambio climático, el sector de la construcción debe reinventarse, mediante la disminución “drástica” del cemento, el uso de “materiales locales” y el reciclaje, considera Lina Ghotmeh, arquitecta francolibanesa de 42 años.
La construcción es responsable de cerca del 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero, según la ONU.
El 28% de esas emisiones están vinculadas al uso de la energía (luz, calefacción, climatización) y el 11% a los materiales.
Ghotmeh forma parte del consejo de administración de una multinacional francesa de materiales de construcción, Saint Gobain, y copreside una asociación para la arquitectura en medios extremos.
“La primera etapa” para reducir la huella carbono de la construcción es “conservar lo que ya existe, no demoler” y al mismo tiempo centrarse en “la renovación energética para reducir el consumo de los edificios y convertirlos en bioclimáticos”.
Esta arquitecta que dio clases en la universidad de Princenton reconoce sin embargo que ante la necesidad constante de alojamiento, hay que seguir construyendo.
Cesar de construir alojamientos “sería como parar de alimentarse”, explica. “Lo que hay que hacer es cambiar nuestro sistema de valores”, añade.
Hay que utilizar materiales locales, no provenientes del otro extremo del planeta. Recuperar técnicas ancestrales, asociadas a la producción de electricidad limpia.
El desafío de los constructores ante el calentamiento del planeta es doble, a su juicio. Hay que reducir las emisiones de CO2 y reducir el consumo.
¿Cómo escoger materiales producidos con el mínimo impacto carbono y diseñar una arquitectura bioclimática, es decir, que necesite menos energía?”, se pregunta.
Y además, ¿cómo construir con más ligereza, con menos materiales?
El arquitecto debe ser consciente que hay que “reflexionar de manera circular, aprender que el material que se elija deberá volver un día a la tierra, o ser reutilizado”.
La madera, el bambú, el lino o la piedra son los materiales que habrá que recuperar.
En Canadá se están construyendo edificios de madera, en Japón también, es un material totalmente apto para construcciones altas” asegura esta experta, que prevé construir un rascacielos de madera en París en 2023.
La arquitecta asegura que presta una atención escrupulosa a los materiales y que rechaza aquellos que implican el uso excesivo de plástico o cola, o los materiales que “no son suficientemente transparentes” sobre sus componentes.
Beirut, un terreno “precursor”
“Hay que reducir drásticamente el uso del cemento” y reservarlo, a su juicio, para las obras donde es imprescindible, por ejemplo los cimientos de los edificios y las construcciones en zonas de riesgo sísmico.
Ese es su método en Beirut, una ciudad que quedó desfigurada por la enorme explosión en su puerto el 4 de agosto de 2020.
Beirut podría convertirse en un terreno “precursor” y un ejemplo de lo que podría suceder si la sociedad actual, que depende enormemente del petróleo, colapsa a causa del cambio climático.
¿Nuestros sistemas son resilientes, son capaces de transformarse, de cambiar de sistema de valores?” se pregunta esta experta.
En Beirut “apenas hay una hora de electricidad al día, así que todos los edificios cuentan ahora con paneles solares. Se está empezando a aplicar una especie de independencia energética, forzosamente. ¿Hace falta una catástrofe como la del Líbano para lograr la transición?” energética, se pregunta Ghotmeh. MAAZ
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