Las mujeres y niñas de todo el mundo son la población más afectada económicamente por la pandemia de Covid-19. El último Informe sobre la Brecha de Género del Foro Económico Mundial (WEF) destaca que la crisis sanitaria sumó 36.1 años al tiempo necesario para lograr la paridad en el rubro a nivel global.
Este incremento significa que al mundo le tomará 135.6 años reducir la brecha de género hasta que no existan diferencias sustanciales en el ejercicio de todo tipo de derechos para las mujeres y niñas. Con este contexto, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) dio a conocer un plan para trazar una mejor recuperación de la pandemia que incluya la paridad como eje central.
Más de 100 expertos de esta organización colaboraron en una serie de medidas que incluyen desde políticas macroeconómicas progresivas que alivien las deudas de los países más pobres hasta mecanismos sociales que reduzcan la violencia doméstica en todas sus formas.
Las recomendaciones de la ONU también incluyen aumentar la presencia de las mujeres en la vida pública, especialmente en los espacios políticos de alto nivel para que tengan capacidad para promover cambios significativos en materia de género y equidad, con una perspectiva distinta a la que se tiene actualmente.
“En lugar de estar dominados por las voces de las élites masculinas y los intereses corporativos, los espacios de toma de decisiones incluirían a grupos históricamente excluidos, y las mujeres tendrían la misma voz que los hombres sobre todas las decisiones que afectan sus vidas”, rescata una de las principales recomendaciones de este informe.
El documento subraya que las mujeres desarrollaron un papel esencial durante la pandemia de Covid-19, y es que cuando los sistemas de salud comenzaron a ser insuficientes, ellas asumieron el papel de cuidadoras “a menudo a expensas de su propia salud mental y física”, algo que según los expertos de la ONU condujo a decisiones difíciles y costos enormes para este grupo.
Uno de los peligros de no reconocer las labores de cuidado como una actividad completa, y verla como una obligación natural de las mujeres, es consolidar el estereotipo de que este grupo no merece derechos laborales o que son trabajadoras de segunda mano encargadas de tareas menores, algo que incrementa la brecha de género y la desigualdad.
Otro de los aspectos fundamentales para acabar con la brecha de género reside en el cambio climático, y es que los expertos de la ONU estiman que las mujeres más pobres son las más afectadas por este fenómeno, especialmente por la pérdida de campos de trabajo, ya que la mayoría depende de actividades agropecuarias ligadas profundamente al medio ambiente.