Asumo el compromiso de reconstruir el país junto al pueblo: Lula
Más de ocho mil policías cuidarán las calles de Brasilia en uno de los mayores operativos para la toma de posesión de Lula da Silva
El presidente de Brasil, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, se comprometió este domingo a “reconstruir el país junto al pueblo brasileño”, tras el mandato de su archirrival, el ultraderechista Jair Bolsonaro.
“El diagnóstico que recibimos del gobierno de transición es desastroso. Vaciaron los recursos de salud, desmontaron la educación, la cultura, la ciencia y la tecnología, destruyeron la protección del medio ambiente”, dijo
Lula
en su primer discurso tras su investidura en el Congreso de Brasilia.
La izquierda volvió este domingo al poder en Brasil con la investidura de Lula da Silva, en una ceremonia en Brasilia vigilada por un operativo de seguridad inédito y en ausencia del presidente saliente, Jair Bolsonaro.
El ultraderechista abandonó Brasil el viernes y viajó a Estados Unidos, dos días antes de finalizar su período de gobierno. Por primera vez desde 1985, un mandatario entrante no recibirá la banda presidencial de manos de su predecesor y todavía es una incógnita quién se la entregará a Lula.
Al grito de "¡Lula, guerrero del pueblo brasileño!” y "¡Aha, uhu, la Explanada es nuestra!”, miles de seguidores empezaron a concentrarse desde primeras horas de la mañana.
Dos bandas carnavalescas de la ciudad de Olinda, en el estado natal de Lula, Pernambuco, cantaban y danzaban sobre la avenida donde se encuentran los principales edificios del ejecutivo. La mayoría iba vestida de rojo, los colores del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula.
Algunos se pasaron primero por el hotel donde se hospeda el presidente electo, como Valter Gildo, quien desplegó una banderola que rezaba “Bienvenido de vuelta a la capital, presidente Lula”.
El izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva regresó el domingo por tercera vez al poder en Brasil, que había dejado con una popularidad récord antes de que un escándalo de corrupción lo enviara a la cárcel y casi a la tumba política.
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El logro de un tercer mandato conmovió a este autodefinido “joven” de 77 años, que no pudo contener el llanto durante la certificación de su elección en diciembre, luego de imponerse por poco (50.9% a 49.1%) al mandatario saliente, el ultraderechista Jair Bolsonaro.
Tras su paso por prisión y anuladas sus condenas, que muchos interpretaron como su fin, Lula, el ícono de la izquierda brasileña y latinoamericana vuelve a la primera línea de la política.
De 2003 a 2010 gobernó la mayor potencia de América Latina, dejando el cargo con una aprobación nunca vista, de 87%.
El exlíder sindicalista fue elogiado por administrar una bonanza del precio de las materias primas que permitió sacar a 30 millones de brasileños de la pobreza.
Pero luego, la suerte cambió para el otrora niño lustrabotas.
Condenado por corrupción en el “Lava Jato”, el mayor escándalo político en la historia del país, estuvo preso 580 días, de abril de 2018 a noviembre de 2019.
La máxima figura del Partido de los Trabajadores (PT) sostiene que fue víctima de una venganza política que permitió el triunfo de Bolsonaro en las elecciones de 2018, cuando él era gran favorito.
Pero las nubes de su vida política empezaron a disiparse en marzo de 2021. La Corte Suprema anuló sus condenas y le restituyó sus derechos políticos.
La decisión del alto tribunal, sin embargo, no declaró a Lula inocente en las investigaciones sobre sobornos pagados a políticos para obtener contratos en la estatal petrolera Petrobras.
Sexta campaña presidencial
Pero 12 años después de salir del poder, este orador de voz rasposa que sufrió un cáncer de laringe llevó adelante su sexta campaña presidencial, la tercera exitosa.
Al mundo anuncia que “Brasil está de vuelta” a la escena internacional, especialmente con sus compromisos medioambientales, mientras a sus ciudadanos promete unirlos, tras un crispado mandato de Bolsonaro que polarizó todavía más a la sociedad.
En su primer discurso tras ser investido, el domingo, prometió “reconstruir el país junto al pueblo brasileño”.
Lula, con la barba más famosa de la política brasileña, es muy popular en las regiones más pobres del noreste, donde persiste la memoria de sus programas de ayuda.
Pero es odiado por una parte de los brasileños, para quienes representa sobre todo el estigma de la corrupción.
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