Llegó la hora. Este domingo 6 de junio, las y los mexicanos tenemos una cita ineludible con la democracia: Vamos a votar.
A lo largo de los dos últimos meses, 19.5 millones de spots fueron transmitidos por radio y televisión con la oferta política de los 10 partidos políticos nacionales que participan en las elecciones más grandes de la historia. Una elección intermedia en la que se disputan 500 curules de la Cámara de Diputados, 15 gubernaturas, mil 63 diputados locales y mil 924 alcaldes.
Han sido semanas complicadas por los estragos provocados por el coronavirus, las disputas entre los actores políticos y el recrudecimiento de la violencia. Aunque el ambiente está enardecido, es preciso ejercer nuestro derecho a votar para definir la ruta que nos permita enfrentar los grandes desafíos que tenemos.
Tradicionalmente, las elecciones intermedias no tienen un alto nivel de participación ciudadana. Como la silla presidencial no está en juego, los electores permanecen en sus casas y dejan en otros la responsabilidad del voto. Así ocurrió en 2009 y 2015, cuando el abstencionismo electoral fue de 44 y 47 por ciento, respectivamente.
Si estás decidido a evitar que el abstencionismo sea el triunfador de estas elecciones y, en cambio, crees que tu voto es fundamental para la reconfiguración del poder en México, es preciso tener en el radar ciudadano una serie de reglas vigentes para evitar que los empleadores, Siervos de la Nación y vivales, pretendan influir en el sentido de nuestro voto o, peor aún, lucren política y económicamente con él.
Recuerda llevar tu credencial de elector vigente, porque ningún elector podrá votar con una fotocopia o una credencial que no sea la suya. Sólo podrán sufragar quienes muestren una resolución del Tribunal Electoral que les otorga el derecho al voto, sin aparecer en la lista nominal o sin credencial.
El voto es libre, secreto e intransferible. Por lo tanto, si alguien se acerca para obligarte a votar por algún partido político, amenaza con dejarte fuera de algún programa social, te ofrece dinero a cambio de tu voto o te pide una fotografía de tu boleta electoral para que la entregues o envíes a alguien más, está cometiendo un delito electoral que debes denunciar.
Nadie puede saber por quién votamos. Si al salir de la casilla te encuentras a alguien que te pregunta qué partido, coalición o candidato elegiste, es posible que se trate de un encuestador que realiza este tipo de preguntas para integrarlas en conteos rápidos o encuestas de salida, las cuales están autorizadas por la ley. En ningún caso, podrán solicitarte los datos de la credencial del INE ni tomarle una fotografía.
Si aceptaste despensas, materiales de construcción, dinero o cualquier tipo de recompensa, esto de ninguna manera te obliga a votar por un partido político, coalición o candidatura determinada. Tu voto es secreto.
Los ministros de culto de cualquier iglesia tienen prohibido utilizar las misas o actos religiosos con fines proselitistas. Lo mismo ocurre con los dueños de las empresas. Así es que ningún sacerdote podrá inducir a los electores a la abstención o a votar por alguna de las opciones políticas, ni tu jefe o empleador podrá chantajearte o amenazarte con la pérdida de tu fuente de trabajo, para obligarte a marcar tu boleta a favor o en contra de un partido político, coalición o una candidatura en particular.
¡Vamos a votar! Y a decidir quiénes deben estar en la Cámara de Diputados, los ayuntamientos, alcaldías, gubernaturas y congresos locales. Esta es la mejor forma de exigir, demandar y pedir lo que merecemos, un México mejor.