La lista de candidatas y candidatos que se perfilan para participar en la jornada electoral más grande en la historia de México está plagada de faranduleros y estrellas del deporte, con quienes los partidos buscan hechizar a los electores y conseguir votos.
El popularómetro está marcando la pauta. Como si las elecciones fueran una telenovela, un circo de tres pistas o un reality show, los partidos de siempre y los debutantes están decididos a utilizar la popularidad y el reconocimiento público que gozan famosos personajes para mantener su poder, recuperar los espacios perdidos o conseguir el registro como institutos políticos.
Es cierto que los electores están hastiados de los políticos tradicionales, de quienes manipulan la realidad con discursos demagógicos, de los que utilizan el poder para enriquecerse y de los chapulines que saltan de un puesto a otro o de partido en partido para seguir viviendo del erario.
Sí. La gente está cansada de los moches, decepcionada por la falta de empleo, harta del robo en despoblado, abrumada por el errático manejo de la pandemia, aburrida de los excesos en el ejercicio del poder e indignada por las promesas incumplidas.
Indiferentes a los sentimientos de la nación, los partidos políticos eligieron la ruta del engaño. En lugar de impulsar nuevos rostros y abrirle paso a líderes de la sociedad civil, que representen un soplo de aire fresco en la arena política, decidieron utilizar la trampa de la popularidad para postular a estrellas del espectáculo y el deporte como representantes de su marca.
La actriz Gabriela Goldsmith, Marco Flores, vocalista de la Banda Jerez de Zacatecas, y el entrenador de fútbol, José Luis Sánchez El Chelís, serían postulados por Morena; Redes Sociales Progresistas (RSP) busca apuntalar a los actores Alfredo Adame y Malillany Marín, la cantante Paquita la del Barrio, al escultor Sebastián, la boxeadora Mariana La Barbie Juárez y a los luchadores Blue Demon Jr., El Tinieblas y Carístico.
El Partido Verde Ecologista de México (PVEM) le apuesta al exfutbolista Adolfo Ríos García; el Partido Acción Nacional (PAN) impulsa a la exMiss México, Lupita Jones, y al exclavadista Rommel Pacheco. El futbolista Adolfo El Bofo Bautista será abanderado del Partido Encuentro Solidario (PES) y Patricio El Pato Zambrano ya pactó para ser candidato por el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Es indudable que todos y cada uno de estos personajes tienen una trayectoria que respalda su popularidad, pero la pregunta clave es sobre su capacidad para legislar o gobernar, para gestionar las crisis y generar los cambios que la sociedad ansía.
El caso más cercano es el del gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco. Fue un excelente jugador de fútbol, un hombre carismático que dentro y fuera de las canchas fue el centro de atención de los aficionados. Hoy es el mandatario estatal peor calificado debido a acumulación de fracasos, con la agudización de la crisis de inseguridad, el aumento del desempleo y los contagios descontrolados de coronavirus.
Si la popularidad es la principal fortaleza de las mujeres y hombres del espectáculo y del deporte, en la inexperiencia radica su vulnerabilidad, al quedar a expensas de los turbios intereses de los verdaderos políticos y al convertirse en marionetas del poder.
La postulación de candidatos populares únicamente es garantía de éxito para las cúpulas partidistas, ellos son los que obtienen votos, poder y dinero. Los ciudadanos, en cambio, caen en la trampa y sólo obtendrán malos gobiernos, más inseguridad y corrupción. A decidir informados.