Cumplir el sueño americano y cruzar la frontera para llegar a Estados Unidos ha sido el polo de atracción de millones de migrantes mexicanos y centroamericanos que han desafiado todos los peligros, en la búsqueda de un mejor destino.
Durante décadas, el empeño de las mujeres y hombres migrantes para llegar a territorio gringo ha provocado un significativo crecimiento demográfico y económico de las ciudades de la frontera norte de México, las cuales se han convertido en un importante destino laboral para quienes buscan cruzar la frontera, debido a su vecindad con la Unión Americana.
Las remesas que llegan a nuestro país también han aumentado en forma inusitada, pese a la pandemia del Covid-19 y a la política de contención de migrantes que el Gobierno de México se ha visto obligado a aplicar, para atender los reclamos del vecino país del norte.
Contra todo pronóstico, el dinero que nuestros paisanos envían mensualmente a sus familias en México ha mantenido una tendencia a la alza desde marzo de 2020, cuando llegaron a nuestro país más de 40 mil 600 millones de dólares, lo que representó un aumento de 21.7 %con respecto al registrado hace dos años.
Las cifras son impresionantes si recordamos que en 1995, los emigrantes residentes en Estados Unidos enviaron remesas por apenas 3 mil 672 millones de dólares.
Eso significa que los 38 millones de mexicanos que viven en Estados Unidos desempeñan un rol vital para la economía nacional y los dólares que ellos envían a México representan la segunda fuente de divisas, después de las exportaciones automotrices.
La Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México, publicada por el Consejo Nacional de Población (Conapo), señala que entre 2003 y 2019, las remesas representaron 2.3% del Producto Interno Bruto (PIB). En 2020, este valor llegó a 3.8 por ciento.
¿A dónde llegan las remesas? Desde hace décadas, refiere el estudio de Conapo, Jalisco, Michoacán y Guanajuato concentran el 10, nueve y 8% de los recursos que llegan a nuestro país. Esto es, los tres estados en conjunto reciben 28 de cada 100 dólares enviados desde Estados Unidos.
Hay otros datos desagregados sumamente interesantes. Los hombres hicieron casi 82% de los envíos, mientras las mujeres enviaron el 18 por ciento. ¿Con qué frecuencia? Cada 60 días.
De acuerdo con las estimaciones del Conapo, la mayor parte del dinero se utiliza para cubrir las necesidades del consumo cotidiano. Por lo tanto, cuatro de cada cinco dólares enviados se utilizan en alimentación y vestido. El resto es destinado a gastos relacionados con los servicios de salud.
La mayoría de esos hogares están encabezados por una mujer de 50 años o más; en la mitad sólo viven la esposa y los hijos; en el 34% también están hermanos y sobrinos, y en el 14% de los hogares receptores de remesas, sólo una persona integra la familia del migrante.
Y si usted se pregunta a dónde llegan los dólares, la respuesta depende del lugar donde residen las familias de quienes viven en EU. Los hombres envían más remesas a Jalisco, Michoacán, Guanajuato, Sinaloa y Chihuahua, mientras que las mujeres apoyan más a las familias que viven en Chihuahua, Jalisco, Michoacán, Estado de México y Sinaloa.
Estados Unidos sigue siendo la tierra de los sueños, pero el centro del mundo está en el terruño, en el hogar, donde se hallan la madre, la esposa o el marido, los hijos y las hermanas. Ahí llegan las remesas, el amor y la solidaridad de los migrantes, nuestros generosos paisanos. Pero su generosidad no es más que el resultado de las malas políticas y falta de oportunidades y empleos para miles de migrantes que salen expulsados de su tierra.
Síguenos en @EjeOpinion