JANOS, Chihuahua.- Los bisontes americanos genéticamente puros, que pueden pesar hasta una tonelada y alcanzar 1.70 metros de altura por su joroba, sobreviven en el norte de México desafiando las barreras fronterizas con Estados Unidos que les impiden el libre tránsito en su hábitat. A 230 kilómetros de la fronteriza Ciudad Juárez, entre el desierto de Janos, en Chihuahua, se encuentra el rancho “El Uno”, donde en 2009 fueron introducidos 23 ejemplares de la especie considerada en peligro de extinción por la Secretaria de Medio Ambiente de México. En esta finca, los bisontes viven en un semicautiverio con el objetivo de mantener el linaje puro de la especie -también conocida como búfalo en Norteamérica-, caracterizada por su joroba, cuernos y pelaje color café obscuro, explicó a la AFP Pedro Calderón Rodríguez, administrador de “El Uno”. La especie se vio amenazada en América del Norte entre otros factores debido a la valla que divide a Estados Unidos de México. Antaño, estos animales circulaban libres entre ambos países.
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Estados Unidos cuenta actualmente con cuatro zonas protegidas con manadas de bisontes de linaje puro, mientras que México cuenta con el proyecto de “El Uno”, a cargo del Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza y Comisión Nacional de Áreas. Entre los tonos cafés del desierto y el azul del cielo, la manada se encarga de la regeneración de los pastizales, uno de los ecosistemas más diversos e importantes del planeta, pero que también ha sido de los más afectados por la acción humana. “Los pastizales necesitan de animales como el bisonte por la dinámica del pisoteo, el estiércol, la orina, la saliva y las revolcaderas. El disturbio que hace la manada de bisontes, el pastoreo, es la labranza y fertiliza la tierra”, indicó Calderón Rodríguez. La manada mexicana cuenta con 140 animales adultos y 44 crías que nacieron este año. Al nacer, las crías pesan unos 20 kilos. Las hembras adultas llegan a pesar entre 400 y 600 kilos, y los machos, entre 600 y 900, aunque hay ejemplares que alcanzan la tonelada. Su promedio de vida es de 15 a 20 años. México se ocupa solo de la conservación de esta especie, que en general no se consume en el país, mientras que Estados Unidos sí comercializa la carne y piel de los ejemplares en su territorio.