NORRISTOWN, Estados Unidos.- El actor estadounidense Bill Cosby es culpable de drogar y agredir sexualmente a una mujer hace 14 años, decidió el jueves un jurado de Pensilvania en el primer proceso de una celebridad en la era #MeToo. El hoy frágil Cosby, de 80 años, podría pasar el resto de su vida tras las rejas cuando el juez decida su sentencia por tres delitos de agresión indecente agravada contra Andrea Constand, una exempleada de la Universidad de Temple, en 2004. Constand estaba en la corte de Norristown, en los suburbios de Filadelfia, cuando el veredicto fue leído tras más de 14 horas de deliberaciones en dos días, en medio de llantos apagados de algunas personas en el público. El actor afroestadounidense, un pionero al derribar las barreras raciales en la televisión y adorado por millones por su papel como un cariñoso padre de familia en la exitosa serie televisiva “The Cosby Show” (1984-1992), permaneció en silencio mientras un integrante del jurado leía el veredicto. Una condena penal y la posible prisión es un capítulo final devastador en la carrera de este gran personaje de la cultura popular estadounidense del siglo XX, hijo de una empleada doméstica que se convirtió en el primer actor negro en ganar un Emmy y ocupar un rol protagónico en horario estelar en la televisión estadounidense. Cosby fue declarado culpable de los tres delitos de agresión indecente agravada de los que era acusado: penetración sin el consentimiento de Constand, penetración cuando estaba inconsciente y penetración tras haber sido drogada. Cada delito acarrea una pena máxima de 10 años. El veredicto fue una reivindicación para la fiscalía tras un primer juicio anulado en junio porque el jurado no alcanzó un veredicto unánime tras 52 horas de deliberaciones. También puso fin a una serie de victorias para el abogado Tom Mesereau, que ganó fama al conseguir la absolución de Michael Jackson por abuso sexual de menores en 2005, pero que no consiguió salvar a Cosby. El caso, sin pruebas físicas, enfrentó la palabra de Cosby contra la de su acusadora, y dependió esencialmente de la credibilidad que el jurado otorgó a Constand, una exjugadora de básquetbol canadiense de 45 años que se tornó fisioterapeuta.
No podía sacármelo de encima
Constand dijo que fue a la casa de Cosby para discutir su inminente renuncia como directora de operaciones del equipo femenino de básquetbol de la Universidad de Temple. Cosby ocupaba el directorio de la universidad. El actor le ofreció tres pastillas azules para “ayudarle con el estrés”, que ella tomó pensando que eran un remedio natural. “Confié en él”, dijo Constand. Pero en minutos comenzó a ver doble, se le trababa la lengua al hablar y perdió la conciencia. Cuando se despertó, dijo que Cosby estaba penetrando su vagina con sus dedos, toqueteando sus senos y haciendo que Constand lo masturbase. “No tenía fuerzas, no podía sacármelo de encima”, dijo Constand. El fiscal del distrito inicialmente se negó a presentar cargos cuando Constand primero denunció la agresión. Reabrieron el caso en 2015, años después de que Constand firmase un acuerdo amistoso por 3,38 millones de dólares con Cosby en 2006, bajo el argumento de que había nueva evidencia porque habían surgido nuevas acusadoras. Unas 60 mujeres que en el pasado fueron aspirantes a actrices o modelos, acusaron a Cosby públicamente de ser un depredador sexual en serie que sedaba a sus víctimas con alcohol y medicinas antes de agredirlas. Fue crucial en el segundo juicio la decisión del juez Steven O’Neill de permitir el testimonio de otras cinco mujeres que acusaban a Cosby de agresión sexual. “Finalmente se cree a las mujeres”, se congratuló tras el veredicto Gloria Allred, abogada de otras presuntas víctimas de Cosby.
“Inhabilidad para consentir”
“Este caso es sobre confianza, traición y la inhabilidad para consentir”, dijo la fiscal Kristen Feden a los jurados, criticando los intentos “sucios” y “despiadados” de la defensa de masacrar a las acusadoras de Cosby. Retrucó el argumento de la defensa de que Constand era una estafadora que buscaba engañar y sacar varios millones de dólares a un pobre padre de familia enlutado por el asesinato de su hijo y lo suficientemente anciano como para ser su abuelo. "¿El perpetrador de la estafa?”, preguntó Feden en sus dramáticos y emotivos argumentos finales. "¡Ese hombre!”, gritó, señalando a Cosby. Mesereau y la exfiscal federal Kathleen Bliss presentaron una defensa agresiva que pintaba a Constand como una oportunista que mentía para intentar resolver serios problemas financieros. “Están tratando con una mentirosa patológica”, dijo Mesereau al jurado. Y dijo que el acuerdo amistoso de 2006 fue “uno de los mayores asaltos a mano armada de todos los tiempos”. Pero al final, no pudo convencer al jurado integrado por cinco mujeres y siete hombres. Sobrevolando todo el proceso estuvo el tsunami cultural provocado por el movimiento #MeToo, que desde octubre ha arruinado la carrera de un sinfín de hombres poderosos, de Harvey Weinstein a Kevin Spacey. FR