Uno trata de apagar el fuego; el otro lo atiza. En la medida que se acercan las elecciones, uno llama a la unidad; el otro tiene a la polarización como método de campaña. Son los presidentes de Estados Unidos y México, tan cerca en la geografía, pero tan lejos en los métodos de hacer política.
Este viernes el presidente Joe Biden anunció la realización de un foro para combatir “los efectos corrosivos de la violencia alimentada por el odio”. El evento, programado para el próximo 15 de septiembre, se produce a dos meses de las elecciones intermedias y coincide con la reaparición de Donald Trump en la escena mediática y el aumento de la división política.
En contraste, un estudio publicado en el más reciente número de la revista Doxa Comunicación, señala que “el odio se ha convertido en un elemento clave en el discurso de los políticos populistas para apoyar su agenda. Tal es el caso del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien ha utilizado medios de comunicación oficiales y redes sociales para acosar a sus críticos y a la oposición política”.
Editada por la Universidad de San Pablo, en España, la publicación subraya que “el caso de AMLO es un ejemplo esclarecedor sobre cómo los gobiernos populistas utilizan los estereotipos tradicionales, el resentimiento social y una interpretación parcial de la historia nacional para acosar a los disidentes, evitar la rendición de cuentas y preservar la aprobación pública”.
Mientras tanto, en Estados Unidos, la Casa Blanca anunció que el congreso denominado “United We Stand” reunirá a “héroes de todo Estados Unidos” que están liderando “un trabajo histórico en sus comunidades para construir puentes y abordar el odio y la división”.
El evento incluirá, entre otros participantes, a un grupo bipartidista de funcionarios federales, estatales y locales, defensores de los derechos civiles, líderes religiosos y comunitarios, líderes tecnológicos y empresariales, funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y exmiembros de grupos violentos que ahora trabajan para prevenir actos de violencia, como el protagonizado el 6 de enero de 2020, cuando simpatizantes de Trump entraron por la fuerza al Capitolio.
Pero en México, la hostilidad y el odio se incrementan conforme se acercan los comicios presidenciales de 2024.
Titulado “Odio, polarización social y clase media en Las Mañaneras de López Obrador”, el artículo escrito por David Romero Plascencia y Rosa María Alonzo, de la Universidad de Guadalajara, recuerda que en 2018, AMLO ganó la Presidencia de la República con el apoyo clave de la clase media, pero tras el revés electoral del 6 de junio de 2021, cuando el voto de la clase media favoreció a la oposición en la Ciudad de México, los integrantes de este sector dejaron de ser vistos como parte del “pueblo bueno”, ya que mostraron tener “una mentalidad conservadora y aspiracionista... se vuelven egoístas y clasistas” (07/06/2021).
El trabajo publicado en Doxa embona con una línea de investigación sobre cómo los movimientos populistas han incorporado el odio como un instrumento retórico clave para promover la polarización, lanzar ataques verbales y físicos hacia disidentes políticos y grupos minoritarios y obtener aprobación pública.
“El caso de López Obrador coincide con estudios recientes sobre el tema. Krotofil & Motak (2018), por ejemplo, brindan fuerte evidencia sobre cómo los partidos políticos extremistas, como el caso de Pegida en Alemania, incorporan imágenes y símbolos nacionalistas de la historia europea para justificar su campaña de odio hacia los inmigrantes musulmanes, tal como ha sucedido en Las Mañaneras, con la cita frecuente de personajes y hechos históricos conocidos que sirven para justificar los ataques verbales hacia los disidentes”.
El presidente López Obrador utiliza la conferencia mañanera para atizar el resentimiento social, señala el análisis publicado en Doxa.