En su conferencia de hoy, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que es importante que el litio que salga del país lo haga ya como un producto y no como materia prima; sin embargo, la experiencia latinoamericana demuestra que no es fácil que esto suceda.
Sudamérica destaca por tener los principales depósitos de litio del mundo (65 % del total), repartidos sobre todo entre Bolivia, Chile y Argentina. Bolivia, que nacionalizó su litio en 2008 y tiene las reservas más grandes, no las ha explotado a pesar de que la mayoría están en forma de sales, que son más fáciles y baratas de procesar que cuando el litio se encuentra en rocas formando diversos minerales llamados pegmatitas.
Chile, por su parte, es el segundo país que más litio produce, con 26 mil toneladas anuales (de las más de nueve millones que tiene), después de Australia, que produce 55 mil, a partir sobre todo de rocas. La extracción en Chile la realizan las dos principales compañías privadas Albemarle, basada en Carolina del Norte en Estados Unidos, y Sociedad Química y Minera de Chile.
En México el litio está sobre todo en forma de pegmatitas, por lo que la extracción sería costosa pues requiere de perforaciones, voladuras, trituración y separación física, además de que los requerimientos de energía son elevados y se necesita una gran cantidad de reactivos.
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Según un análisis del Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación en Argentina (que aunque tiene casi el doble de reservas que Chile es el cuarto productor de litio del mundo después de China), en 2020 el 71 % de la demanda mundial de litio era para la fabricación de baterías.
A nivel global, China produce el 79 % de las baterías de litio, una proporción que se espera que se reduzca para 2025 debido a que Alemania, que actualmente es el séptimo productor, planea aumentar su contribución de 1.6 % a 11.3 %.
Pero ni Argentina ni Chile están planeando elaborar baterías, e incluso Estados Unidos, que actualmente está en segundo lugar con la producción del 6.2 % de las baterías y que más que cuadruplicará su demanda de las mismas para 2030, no considera que sea factible producir baterías en el país y planea seguir importando desde China.
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