El fin de la Edad de Bronce ha permanecido como un misterio durante décadas, pero un nuevo descubrimiento publicado en Current Biology podría esclarecer el enigma. Un equipo liderado por Gunnar Neumann, arqueogenético del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Alemania encontró evidencia genética de unas bacterias que podrían ser las responsables.
Se trata de restos de fiebre tifoidea y peste, las cuales fueron ubicadas en una cueva llamada Hagios Charalambos, en Creta. “La aparición de estos dos patógenos virulentos al final del periodo minoico temprano en Creta enfatiza la necesidad de reintroducir enfermedades infecciosas como un factor adicional que posiblemente contribuya a la transformación de las sociedades complejas tempranas en el Egeo y más allá”, escribieron los investigadores.
Las bacterias fueron recolectadas de los dientes de 32 personas que murieron entre 2290 y 1909 antes de nuestra era. Sin embargo, se trata de linajes ahora extintos, por lo que aún se desconoce la forma en que infectaron a los humanos en el pasado.
Ocasionada por la bacteria Yersinia Pestis, la aparición de la peste se ubica en el siglo XIV, pero este hallazgo indica que su presencia podría remontarse incluso a la época Neolítica. Si bien podría transferirse de un individuo a otro, el equipo cree que podría hacerlo por otras vías distintas a las que conocemos ahora, lo que a su vez pudo haber originado un tipo distinto de plaga.
Los especialistas explicaron que tanto la bacteria como sus efectos estuvieron circulando entre varias formas de vida antes de convertirse en epidemia durante la Edad Media gracias a factores como el crecimiento poblacional.
Las evidencias de la bacteria Salmonella enterica encontrada —responsable de la fiebre tifoidea—, también indican características distintas a la de la actualidad, lo que da cuenta de la continua evolución y adaptación de estos patógenos a lo largo de la historia de la humanidad.
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