Ayotzinapa, historia de víctimas y victimarios

19 de Diciembre de 2024

María Idalia Gómez
María Idalia Gómez

Ayotzinapa, historia de víctimas y victimarios

Después de 57 meses de la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa surgen datos que, sin contexto, sólo confunden, y tal pareciera que el caos reditúa más a personas y grupos.

A partir del video que se difundió el viernes 21 de junio, en el que Carlos Canto Salgado aparece siendo torturado por dos agentes vale la pena ver el contexto que en su momento no se incluyó.

Ese video se subió a YouTube 14 días antes, el 7 de junio, con el título “La verdad histórica ayotzinapa de carlos gomez arrieta”, por un usuario que se identificó como “verda siempre”. Acumuló en dos semanas 33 suscriptores.

Gómez Arrieta era subsecretario de Seguridad en Michoacán y debió renunciar un día después de la difusión del video. En la entidad, por cierto, desde 15 días antes se hablaba ya de su salida.

Cuando se grabó la tortura, Gómez Arrieta era director de la Policía Federal Ministerial, un cargo al que llegó en 2013 por el procurador Jesús Murillo Karam, con muy pocos méritos: 15 años en la Dirección General de Resguardo y Seguridad de la Cámara de Diputados. Dejó la Procuraduría General de la República el 15 de mayo de 2015 y hasta ahora no había sido investigado.

Canto Salgado fue torturado y así lo certificó la Unidad antisecuestros de la SEIDO desde el 23 de octubre de 2014. Se dio vista a la Visitaduría de la PGR y luego se turnó a la Unidad Especial en Investigación del Delito de Tortura, que se creó en 2015, y casi tres años después se convirtió en Fiscalía, en donde el caso continúa abierto. Los posibles torturadores siguieron con su carrera en la policía y la Marina.

Sobre Canto Salgado hay datos muy interesantes a lo largo de los expedientes. Él no fue acusado de la desaparición de los normalistas, sino de pertenecer y colaborar con la organización criminal de Guerreros Unidos (GU). Lo que dice en el video nunca formó parte de una declaración ministerial y judicial, por lo que no se utilizó para el caso Ayotzinapa ni para acusarlo.

Cuando declaró ante el Ministerio Público no reconoció que era parte de GU, pero que sí los conocía porque asistían a su bar “La Perinola”, que se ubica en la colonia Industria de la Transformación, donde fue encontrado el cuerpo de Julio Cesar Mondragón, uno de los estudiantes torturados y desoyado; además en una zona de Iguala en la que se han hecho decomisos de armas, por lo que las autoridades lo consideran un centro de operaciones del grupo. Ahora asegura que no los conoce, incluso que fue torturado para decirlo; sólo que Carlos Canto miente. Existen otros testimonios que lo vinculan al grupo; pero especialmente su nombre aparece en las agendas y llamadas del presunto operador financiero del grupo, Raúl Núñez Salgado, La Camperra; de Ernesto Napoleón Martínez, El Napo, y de Eury Flores López, dedicado a las redes sociales para GU. Sólo en 10 días intercambiaron Canto y Núñez 188 mensajes de texto, de acuerdo al expediente

A GU las autoridades de Estados Unidos y de México la ubican como una organización que mantiene bajo su control zonas de Guerrero y Morelos; procesan drogas sintéticas, especialmente la llamada china white, que ha generado una crisis de salud en EU. Se le atribuyen decenas de desapariciones y asesinatos, y una gran capacidad económica y de fuego de gran calibre.

Carlos Canto declara tres elementos que confirman los datos del expediente: los sicarios llamados Los Peques (casi todos ya detenidos y acusados de delincuencia organizada y narcotráfico) sí participaron por órdenes de Camperra y los hermanos Casarrubias. Asegura que cuando los estudiantes sufrían el ataque se subió a la azotea con Núñez Salgado, quien “se puso a mandar mensajes de texto”, lo que valida que así se comunicaba GU y fue justo la forma en que la DEA vigiló a este grupo, como lo reveló ejecentral, y así se reconstruye la operación criminal de la noche de Iguala. Y Mezcala (Pueblo Viejo o Cielo de Iguala) es uno de los tres puntos a los que se llevaron a unos ocho o 12 estudiantes, como dice el expediente; los otros dos grupos estaban en Juan N. Álvarez unos 20, y unos 15 del Puente del Chipote.