Aves, las primeras damnificadas
El proyecto aeroportuario se aprobó pese a estar dentro de un área de Importancia para la Conservación de las Aves y sin contar con un estudio confiable sobre el daño y la recuperación de ecosistemas y especies; ahora, miles de aves están a merced de la caza furtiva
Los constructores del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) subestimaron el impacto ambiental del proyecto.
Durante los tres años que lleva la obra, no se había reparado en el destino de más de 150 mil aves que todos los años llegan al lago Nabor Carrillo ni en la conservación del entorno para este ejército de patos que huyen del crudo invierno en Norteamérica y se instalan en las zonas húmedas de Texcoco.
Fue hasta agosto pasado, cuando el hábitat ya había sido alterado, que el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (GACM) —quien ganó la licitación para construir y administrar el NAICM— informó al equipo de transición del gobierno de Andrés Manuel López Obrador que aún carece de un Plan de Redistribución, Restauración y Conservación de Hábitat Lacustre en el Valle de México.
Desde hace tres años, autoridades ambientales federales y locales sabían que un ecosistema estaba siendo alterado, pero se pospuso el análisis integral del impacto ambiental de la mayor obra de infraestructura de las últimas décadas.
Adiós al hábitat
Por primera vez en 36 años, las más de 150 mil aves migratorias de Canadá y Estados Unidos verán modificado su hábitat en el lago Nabor Carrillo y el impacto que esto les causará apenas será evaluado. Podrá ser estudiado a finales de este año, en el mejor de los casos.
La razón de este fenómeno son las obras del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, ya que desde mayo pasado la Comisión Nacional del Agua (Conagua) desfogó cinco millones de metros cúbicos de agua, para dejar al lago artificial —que sirve de hábitat a miles de patos cucharones—, en 66% de su capacidad con la finalidad de que en esta temporada de lluvias regule 10 millones de metros cúbicos de agua y con ello evite inundaciones en la Zona Metropolitana del Valle de México y, más específicamente, en las obras del nuevo aeropuerto.
Pero las irregularidades no se limitan a una baja en el volumen de agua. La zona donde se ubica el Lago Nabor Carrillo no es un predio más: se encuentra dentro de un Área de Importancia para la Conservación de las Aves (AICA)- A1 y A4i, pero poco importó a la Semarnat, que aprobó la construcción del proyecto aeroportuario.
Además, como parte del Acuerdo de Cooperación Ambiental de América del Norte (ACAAN),que surgió como un compromiso adquirido en el TLC, México se comprometió a preservar a las aves migratorias de Norteamérica. Incluso los artículos 14 y 15 del ACAAN establecen el proceso relativo a la elaboración de expedientes de hechos por si uno de los tres países incurre en omisiones en la aplicación efectiva de su legislación ambiental. Sin embargo, ante la modificación del hábitat de las aves en el Nabor Carrillo ninguna organización no gubernamental ha presentado una queja.
En opinión de biólogos consultados por ejecentral, la modificación en el hábitat pone en peligro a las aves, que al no ver condiciones para quedarse, migrarán a otras zonas donde la caza furtiva las amenaza y cada vez menos especies llegarán al exlago de Texcoco, lo que daría al traste con la categoría de zona de conservación.
Ni siquiera la propuesta de trasladar el nuevo aeropuerto a Santa Lucía es una opción para la avifauna, ya que al ver desfogado el Nabor Carrillo tomaron como su residencia el lago de Zumpango y, entre los festivales de pirotecnia y las operaciones aéreas que realiza el Ejército, no se les deja en paz.
El ecosistema ya está dañado. Lo que hay que hacer, exponen los especialistas, es aprovechar el hábitat que quedó.
Sin alternativas
Para Patricia Ramírez Bastida, asesora en el monitoreo de aves de la empresa Supervisión y Control de Fauna (Sucofa), para el GACM, construir la nueva terminal aérea en Texcoco implica transformar un área importante para la conservación de las aves; sin embargo, cancelar el proyecto también significa un riesgo para la fauna.
“Yo fui del grupo de especialistas que hizo la ficha para que este sitio se considerara un sitio para la conservación y luego un área de importancia. Pero si ahora me preguntan cuál es el peor escenario que puedo ver, es que se abandone Texcoco y no se tengan los medios para la recuperación de los cuerpos de agua y al final las que van a perder son las aves”, resaltó.
A lo que se refiere la especialista es a la categoría de Área de Importancia para la Conservación de las Aves AICA- A1 (Especies Globalmente Amenazadas) y A4i, que comprende una superficie de 15 mil 106 hectáreas en las cuales se encuentra el Nabor Carrillo y el NAICM y que es una iniciativa de carácter internacional por parte de la Sociedad para el Estudio y Conservación de las Aves en México y la BirdLife International.
Dicha categorización se logró porque el exlago de Texcoco se pueden encontrar poblaciones de 100 mil o más aves acuáticas en invierno y es el área más importante de las dos o tres zonas de invernada de aves acuáticas del Valle de México.
El 7 de noviembre de 2014, la Semarnat creó la Comisión Intrasectorial de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales para atender los asuntos en materia de aves en el Valle de México con el objetivo de coordinar el estudio y análisis de asuntos que incidan en las especies de aves del Valle de México. “Asimismo, propondrá estrategias y acciones para la conservación y manejo de las poblaciones de dichas especies”, indica el artículo segundo del acuerdo de creación de la Comisión.
Dicho órgano es presidido por el secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales y estará integrada por personal de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas; el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, y la Coordinación Nacional de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad.
Como invitados permanentes se establecieron al Colegios de Biólogos de México, Colegio de Ingenieros Ambientales de México, Ducks Unlimited de México (DUMAC), Pronatura, el Centro Mexicano de Derecho Ambiental y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés). Pero a cuatro años de que se desarrolla el NAIM y de que se constituyó la Comisión, dicho órgano no ha emitido ninguna postura por la modificación del hábitat de las aves a las que por ley debe proteger.
[caption id="attachment_918072" align="alignnone” width="800"] Hábitat. Para este año se han contabilizado 50 mil aves en el lago Nabor Carrillo, lo que equivale a la tercera parte de la población que tradicionalmente se instala por estas fechas en Texcoco. Foto: Angélica Ortiz[/caption]
“En este caso el resolutivo del Manifiesto de Impacto Ambiental del Nuevo Aeropuerto es un tanto ambiguo, porque dice que hay que proteger el hábitat de las aves en Texcoco y en otros párrafos reconoce que las aves son un peligro para los aeropuertos. Y eso no fue un impedimento para autorizar que se construyera ahí un aeropuerto”, expuso Patricia Ramírez.
A decir de Eduardo Carrera, biólogo y director nacional ejecutivo de DUMAC, asociación que forma parte de la Comisión Intrasectorial de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales para atender los asuntos en materia de aves en el Valle de México, dicho órgano sólo emitió una recomendación sobre cómo debía manejarse el caso de los humedales que se iban a perder y de cómo se podía compensarlos. Sin embargo, señaló que fue un documento interno no que salió a la opinión pública. “Fueron reuniones iniciales, mismas que una vez que se terminó el documento de recomendación, dejaron de llevarse a cabo. Y eso fue antes de que se iniciara la obra”, remarcó.
Incluso, la Dirección General de Impacto y Riesgo Ambiental (DGIRA) de la Semarnat autorizó el proyecto aeroportuario de “manera condicionada”. Por lo que uno de los requisitos del resolutivo del Manifiesto de Impacto Ambiental del NAICM establece que el Grupo Aeroportuario deberá elaborar una Propuesta de Acciones de Monitoreo y Conservación de Aves en las diferentes etapas, que incluye el desarrollo del proyecto por lo que deberá presentar al DGIRA en un plazo de tres meses previos al inicio de cualquier obra o actividad relacionada con el proyecto para la validación de las acciones.
Al respecto, el Grupo Aeroportuario señaló que cumplió en tiempo y forma. Sin embargo, en agosto de este año, el GACM informó que carece de un Plan de Redistribución, Restauración y Conservación de Hábitat Lacustre en el Valle de México.
Alejandro Virchez, subdirector de Medio Ambiente del GACM, aseguró en entrevista que a mediados de noviembre ya tendrán listo el Plan de Redistribución, Restauración y Conservación de Hábitat Lacustre en el Valle de México. “Después de haber analizado en tres años el comportamiento de las aves y los cuerpos de agua, ya prácticamente los estamos terminando para someterlo a la Comisión Intersectorial de la Semarnat”, comentó.
Virchez negó que se cometa un ecocidio contra las aves y aseguró que aunque se decida no realizar el aeropuerto en Texcoco, de todas maneras ellos entregarán el proyecto a la Semarnat. “Si haces un cambio de un hábitat, eso no es un ecocidio. El cambio es regulado. Tenemos un montón de ojos vigilando y estamos haciendo medidas de mitigación y compensación para que ese cambio de hábitat no se lleve a un extremo”.
El desfogue del Nabor Carrillo
Cinco meses antes de que miles de aves migratorias, en especial el pato cucharón, llegaron como anualmente lo hacen al lago Nabor Carrillo, este cuerpo de agua fue desfogado. De acuerdo con la Conagua, se les disminuyeron cinco millones de metros cúbicos de agua para que en la temporada de lluvias tuviera la capacidad de regular 10 millones de metros cúbicos y con ello evitar inundaciones en la Zona Metropolitana.
Esta acción no es aislada, forma parte del plan hídrico de la construcción del NAICM. Con ello, las riberas del lago presentan poca o nula agua y en algunas zonas el pasto ha crecido, lugares que servían como sitios de distribución de las aves migratorias, constató ejecentral en un recorrido por la zona. Actualmente el Nabor Carrillo se encuentra a dos terceras partes de sus capacidad; sin embargo, disminuir el nivel de agua no requirió de un proyecto ejecutivo ni de un manifiesto de impacto ambiental para conocer los efectos que tendría este cambio.
“No se requirió para ello un proyecto ejecutivo, puesto que sólo es desfogar agua, es una protocolo de operación del manejo del lago”, explicó a este semanario Antonio Juárez Trueba, director general del Organismo de Cuenca Aguas del Valle de México de Conagua.
De la misma forma, la Conagua contestó que al haberse construido en 1982, como parte del Plan de Consolidación del Rescate Hidrológico del Lago de Texcoco el Nabor Carrillo no cuenta con un manifiesto de impacto ambiental como lo establece la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente, ya que para ese año aún no se promulgaba dicha normativa.
En tanto que la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales respondió a este periódico vía transparencia que no contaba con ninguna manifestación de impacto ambiental sobre el lago y que su delegación en el Estado de México tampoco había recibido algún trámite relacionado con la modificación en ese cuerpo de agua.
[caption id="attachment_918073" align="alignnone” width="800"] Acceso. Aspecto de la compuerta del lago Nabor Carrillo. Su operación está destinada a regular en época de lluvias y capturar agua en temporada de estiaje. Foto: Angélica Ortiz[/caption]
“Una vez realizada la búsqueda correspondiente en los archivos y base de datos que obran en esta Delegación Federación se desprende que a la fecha esta unidad administrativa no ha recibido trámite alguno en materia de impacto ambiental relacionado con algún proyecto para convertir el lago Nabor Carrillo en una laguna reguladora en el municipio de Texcoco, estado de México”, respondió la Semarnat.
De acuerdo con el funcionario, una vez que termine la temporada de lluvias el Nabor Carrillo mantendrá su vocación de lago. “Ahorita (en temporada de lluvias) se mantiene a dos tercios de su capacidad. ¿Cuánto puede variar esta proporción? Eso está en función del agua que en el estiaje tengamos disponible, que tratemos en la planta y que podamos meterle y que nos garantice la vocación del lago. Sobre todo, tener humedad en la región”, aseguró.
Para Eduardo Carrera, biólogo y director nacional ejecutivo de DUMAC, bajar el nivel del Nabor Carrillo perjudicará al pato cucharón. “Todo depende qué tan profundo este el cuerpo de agua para saber si puede o no llegar. Entonces (que se encuentre a dos tercios de su capacidad) va a reducir la cantidad de aves y la diversidad de especies”.
Además de que, señala, no se ha realizado ninguna acción para compensar la afectación por modificarles su hábitat. “Nosotros hicimos un análisis y les cuantificamos alrededor de 33 mil hectáreas fácilmente identificables que podrían ser utilizadas. Desde Lerma, Tláhuac, Zumpango que era una área muy bonita, muy importante para la distribución de las aves y también levantaron unos bordos y trajeron un dren de una parte de la Ciudad de México y ahorita sirve como una laguna de oxidación; Huapango, Guadalupe, hay otros humedales que si se hacen las gestiones necesarias por parte de la autoridad general podrían ser refugios de vida silvestre”.
El hecho de que los patos cucharones tengan mayor presencia en el Lago Nabor Carrillo se explica en parte por su calidad del agua. “Nos dimos cuenta que el pato cucharón, con el pico que posee, es el que tiene las lamelas más pegadas, entonces eso hace que se pueda alimentar de las partículas más pequeñas. Por lo tanto, se ha asociado con los cuerpos de agua que tiene mayor contenido de materia orgánica y podríamos decir que las aguas de menor calidad son las que más patos cucharones tienen”, explicó Patricia Ramírez Bastida, asesora en el monitoreo de aves Sucofa para el GACM.
Con el Nabor Carrillo a 66% de su capacidad, los patos han optado por viajar a otros cuerpos de agua, lo que implica que se esfuercen más por conseguir comida y que estén expuesto a un enemigo silencioso: la cacería, práctica que, a pesar de estar prohibida, se realiza de manera clandestina. “Cuando bajaron el nivel del Nabor Carrillo los individuos que teníamos marcados se movieron a Totolcingo, otros hasta Hidalgo, Querétaro, Jalisco, y llegaron a Chapala. Porque son aves que en el periodo invernal si no tienen que moverse, no lo hacen. Pero si se pueden mover en una noche, se van a 160 kilómetros”, explicó Ramírez Bastida.
Por lo pronto, se han contabilizado 50 mil aves en el lugar, es decir, 30% de los 150 mil ejemplares que pueden llegar en diciembre. Ya que en octubre apenas comienza la temporada en la que el pato cucharón norteño huye del invierno en Canadá y Estados Unidos. Pero será hasta finales de 2018 cuando los especialistas sepan el impacto real que tuvo el desfogue de su hábitat en el Lago de Texcoco.
De lado, seguridad aeroportuaria
De culminar el aeropuerto en Texcoco, la presencia de patos cucharones en la zona es peligrosa para la aviación. Por ello, según Ramírez Bastida, el escenario ideal es que esta especie no permanezca en el lugar. “La idea, si continúa el proyecto, es que si baja la cantidad de patos será un aeropuerto más seguro. Hubo aves que de plano ya no se quedaron aquí. Todas las aves que eran de agua profunda, esas ya no regresaron”.
No es para menos. La Administración Federal de Aviación de los Estados Unidos de América (FAA, por sus siglas en inglés) identifica a los patos y gansos; halcones y zopilotes, como las aves que causan el mayor daño a la aviación civil, por lo que recomienda que los nuevos desarrollos aeroportuarios se ubiquen a al menos tres kilómetros de distancia de factores atractivos para las aves, como lo pueden ser los humedales. Si bien el Nabor Carrillo se ubica a 3.2 kilómetros de las pistas del Nuevo Aeropuerto, el plan que se tiene es centralizar los cuerpos de agua en una sección donde queden lo más alejado del área de operaciones aéreas.
Gabriela Cortés Reséndiz, especialista de control de fauna en aeropuertos, consideró que la seguridad aeroportuaria se dejó “un poco de lado”, puesto que dentro de un Área de Importancia para la Conservación de las Aves se proyectó el NAICM. Y es que, según su experiencia, la peligrosidad de los patos, especie mayoritaria en el sitio, radica en que viajan en grupos grandes, lo que aumenta el riesgo de colisionar con aeronaves durante los despegues y aterrizajes. “Cuando llueve en el polígono donde se ubica el aeropuerto se forman cuerpos de agua muy cercanos y en el futuro serán sitios atractivos para las aves migratorias”.
Incluso, comentó, algunas aves ya tienen sus rutas de migración determinadas genéticamente. “Van a llegar a lo que fue el lago de Texcoco buscando sus sitios de refugio, hasta que llegue un momento de que algunas desaparezcan de la zona o que encuentren otro sitio. O hasta que totalmente el ecosistema esté modificado”, advirtió.
La incertidumbre
Contrario a la percepción que se tiene, la posible cancelación del NAICM también podría dejar en el abandono a las miles de aves migratorias, expone la especialista Patricia Ramírez, quien agrega que tienen identificados los sitios donde la avifauna esté más segura.
“Que el plan se lleve a cabo depende de la decisión de si se realiza o no el aeropuerto. Esta incertidumbre le está pegando a todo. Como ya hay planchas firmes, y hay quien habla de meter una universidad (si se cancela el aeropuerto). Pues lo van a urbanizar y se lo van a acabar.
“Hay un hecho bien triste. La declaratoria de que un área es importante para la conservación de las aves no ha servido para nada y el aeropuerto es la muestra. ”, señaló. En cambio, apuntó, el traslado del aeropuerto a Santa Lucía también generaría otra problemática para las aves, ya que la zona, recordó, tiene su propia dinámica. “Hay un riesgo extra: aquí está Tultepec y aquí está Zumpango, entonces cada que haya un festival de pirotecnia, que haya una explosión de un polvorín, que haya una cosa de esas, vamos a tener a miles de aves volando en el espacio aéreo”. Esta dinámica, expuso, no es controlable.