A pocos días de que se realizara el funeral de la reina Isabel II que aún mantiene a los ingleses en luto nacional, vuelven a surgir las protestas y acusaciones de colonialismo. En esta ocasión, miles de australianos e integrantes de los pueblos originarios salieron a las calles en diversas ciudades como Canberra, Brisbane, Sídney y Adelaida para exigir el fin de la monarquía.
A través de una convocatoria, el frente Warriors of the Aboriginal Resistance convocó a una jornada de resistencia en todo el país. “Mientras ellos lloran a la reina nosotros lloramos todo lo que su régimen nos robó: nuestros hijos, nuestra tierra, las vidas de nuestros seres queridos, nuestros lugares sagrados, nuestras historias”, aseguraron.
Las manifestaciones en Melbourne fueron encabezadas por Lidia Thorpe, senadora del Partido Verde, quien ante algunos de los asistentes acusó que “la Corona tiene sangre en sus manos. Nuestro pueblo sigue muriendo en este país cada día... La bota de la Corona está en nuestro cuello y estamos hartos de ello”.
Si bien Australia tiene un gobierno propio desde 1901, aún forma parte de la Mancomunidad de Naciones, encabezada por la corona británica, y los integrantes de los primeros pueblos aún no son reconocidos formalmente en su constitución.
Aunado a esto, los aborígenes australianos aún recuerdan el despojo, maltrato y aniquilación a manos de los colonos británicos, quienes los desplazaron de sus territorios para establecer sus comunidades, además del secuestro sistemático de los menores de edad para “reeducarlos” e “introducirlos en la sociedad”, frecuentemente como sirvientes.
Por estos motivos, los integrantes de los pueblos originarios que aún resisten esperan que el gobierno realice un referéndum para realizar un cambio constitucional que permita reconocer sus derechos y autonomía, y que además les otorgue representación en el parlamento australiano.
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