En las 10 semanas que han transcurrido desde que comenzó el conflicto entre el ejército sudanés y las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) en Sudán, casi 2.8 millones de personas han huido, mientras que al menos tres mil sudaneses han muerto, según datos de la Matriz de Seguimiento de Desplazamiento (DTM) de la Organización Internacional para las Migraciones de la ONU.
De manera específica, se estima que de esta cifra, dos millones 152 mil 936 personas han sido desplazadas internamente, mientras que otras 644 mil 861 huyeron a través de las fronteras.
El informe de estos organismos detalla que la mayoría de los refugiados se albergan en Egipto, Chad, Sudán del Sur, Etiopía, República Centroafricana y Libia, ya que al ser las naciones más cercanas al conflicto, es más fácil acceder a ellas.
Sin embargo, las cifras no son exactas, ya que tanto las muertes como los desplazamientos internos y externos son difíciles de contabilizar y rastrear. “Es probable que surjan informes adicionales de desplazamiento a medida que la situación se aclare”, detalló la DTM.
Asimismo, se estima que otros cientos perdieron sus pasaportes cuando la embajada de Estados Unidos en Jartum destruyó los pasaportes. Se trata de una medida de seguridad de las oficinas para evitar que los documentos caigan en manos equivocadas al momento de evacuar una ciudad, pero que a la vez deja más vulnerables a los ciudadanos.
Otro de los motivos por los que la cifra podría ser mayor es la imposibilidad que tienen los equipos de campo que recopilan cifras para ingresar a las zonas de mayor conflicto.
Al interior del país, facciones y ciudadanos señalan que la guerra civil se ha convertido en un genocidio. Prueba de ello son los médicos refugiados en Chad, que cuentan que cientos de heridos en Darfur no fueron alcanzados por balas perdidas como en Jartum, sino que fueron blancos deliberados de ataques.
La situación de las mujeres es especialmente delicada, ya que se han multiplicado los informes de violaciones y otros tipos de agresiones sexuales, lo que ha llamado la atención incluso de Amnistía Internacional.
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