Arrancan en Tokio los Juegos de la Pandemia

9 de Enero de 2025

Arrancan en Tokio los Juegos de la Pandemia

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En un estadio vacío y con menciones a los trabajadores esenciales y a las víctimas de Covid, inició la XXXII edición de los Juegos Olímpicos

El silencio en el Estadio Nacional de Tokio era absoluto. La pandemia, que ya había retrasado un año a los Juegos Olímpicos, también robó la alegría de la inauguración al impedir que el público fuera parte de esta fiesta por primera vez en la historia.

Los fuegos artificiales iluminaron los más de 79 mil asientos vacíos de este estadio, que fue construido especialmente y que ahora permanecerá como un recordatorio de los primeros Juegos Olímpicos sin público, a puerta cerrada, y en medio del rechazo de una ciudad que teme ser alcanzada de lleno por la pandemia de Covid.

Emblemas nacionales. El sol naciente y el monte Fuji, los principales símbolos en la inauguración.

El evento arrancó con la solitaria imagen de un deportista que proyectó la sombra de una semilla que, mientras corría, esta iba creciendo hasta retoñar en un espectáculo de luces que proyectó los contornos de las tres flores más emblemáticas de este país.

Primero la del cerezo, o sakura, que desde mediados de marzo pinta de rosa a la isla y es motivo de festivales a lo largo de todo Japón; le siguió la figura de las hojas del ginkgo, emblema de la ciudad sede. Finalmente los pétalos de kiku o crisantemo, símbolo de la casa imperial y de la nación, cerraron el primer bloque.

Invitados selectos. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, y Jill Biden estuvieron entre los pocos asistentes.

El carácter de reconciliación y unidad de estos Olímpicos se mostró con un acto en el que algunos bailarines corrían entre ellos enredando un hilo rojo, el akai ito, algo que en la cultura japonesa representa el destino y como todos estamos conectados a él por una frágil línea que no se puede romper.

La música, una parte esencial para todo festival de este país, mostró un acento peculiar cuando la cantante pop Misia entonó el himno nacional en enka, un estilo que busca recrear la estética melódica tradicional de Japón a través de voces que se alternan entre los tonos graves y agudos.

Momentos después, una figura pálida dominó el escenario con movimientos similares a los de un shinigami, o dios de la muerte, en un acto de danza que culminó en un minuto de silencio por todas las víctimas de la pandemia alrededor del mundo.

Para la historia. La tenista japonesa Naomi Osaka encendió el pebetero.

La música fue el medio por el que los organizadores hicieron presente a una de las industrias más importante del país, la de los videojuegos. Y es que el desfile de las delegaciones internacionales fue armonizado con una mezcla sinfónica de piezas compuestas para diversos títulos clásicos como Final Fantasy, Sonic o Dragon Quest.

El tramo final inició con los últimos relevos de la antorcha que llegó hasta Naomi Osaka, tenista de origen haitiano y japonés, quien escaló la representación del Monte Fuji hasta alcanzar el pebetero, cuya forma representó el sol que nace, y que se transformó en una silueta que representa flores de cerezo y crisantemo.