jonathanjnd@ejecentral.com.mx Corrupción, falta de capacitación y la infiltración de la delincuencia organizada son los principales problemas que los habitantes de seis ciudades del país, incluyendo la CDMX, detectan como las deficiencias que mantiene un elevado índice de desconfianza hacia las policías de México. La consecuencia: que la ciudadanía apoye a las Fuerzas Armadas en funciones de seguridad pública que nos les corresponde realizar. Con un rango de confianza entre 39 y 47% para la Marina y el Ejército, y una aprobación por encima de 80% para que tanto militares como marinos sigan combatiendo la delincuencia organizada, comiencen a custodiar las prisiones, realicen patrullajes en labores de seguridad pública y estén facultados para detener a criminales en flagrancia, la Primera Encuesta Urbana sobre Gobernanza del Sector Seguridad refleja más que un consentimiento a la actuación de las fuerzas castrenses, una preocupante desconfianza hacia las instituciones de seguridad pública civiles. “¿Por qué no avanzamos en que nuestras instituciones de seguridad generen más confianza? No es falta de recursos, hemos invertido en México una cantidad extraordinaria y creciente de recursos en nuestras instituciones policiales, sin embargo, uno de los aspectos más sensible en la evaluación de estas instituciones, que es la confianza que generan en la ciudadanía, siguen estando mal”, apuntó Juan Salgado Ibarra, investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Durante la presentación de la encuesta elaborada por Estadística Aplicada y el colectivo Propuesta MX, con apoyo de la fundación Friedrich Ebert, Salgado Ibarra, junto con otros especialistas en el tema coincidieron en que la muestra de 906 entrevistas levantadas en zonas urbanas con más de 500 mil habitantes —como la Ciudad de México, Ciudad Juárez, Monterrey, Veracruz, Mérida y Puebla— reflejó que entre las principales causas del posicionamiento de las Fuerzas Armadas se deriva de una percepción colectiva de miedo y desprotección por parte de la ciudadanía, aunada a la falta de acercamiento y confianza hacia los cuerpos policiales. Según la encuesta, cuyas entrevistas en las primeras cuatro ciudades se llevaron a cabo durante abril 2017, y en Mérida y Puebla durante junio de este año, los principales problemas relacionados con la seguridad pública en su municipio o delegación fueron: la falta de castigo a los criminales (impunidad) con 60%; la corrupción en las instituciones de seguridad pública (policías), 53%, y falta de patrullajes en las calles con 52 por ciento. En cuanto al nivel de “qué tan seguro” te sientes en tu municipio o delegación, osciló entre 27 y 57% en el rubro de “inseguro”, mientras que el de “muy inseguro” abarcó entre seis y 15% de la muestra. “La desprotección y el miedo que los ciudadanos estamos sintiendo refleja que los ciudadanos están buscando esta sensación de protección y de seguridad. Los militares están llenando un espacio que las autoridades civiles no han sabido o no han querido satisfacer, y esta situación se está utilizando para posicionar todavía más a las Fuerzas Armadas. Estamos viendo una disposición a ceder espacios y funciones a cambio de sentirnos seguros”, advirtió Gabriela Capó Ramírez, directora ejecutiva del Instituto para la Seguridad y la Democracia (Insyde).
Los riesgos
El estudio arroja que 20% de los ciudadanos no confía en las policías municipales, 14% no cree en las corporaciones estatales, y 15% tiene desconfianza de las procuradurías. En contraste, 78% está a favor de que militares y marinos ayuden a las policías y procuradurías a recolectar evidencias; 77% quisiera que las Fuerzas Armadas pudieran investigar delitos; y que puedan procesar y enjuiciar a los delincuentes, e intervenir comunicaciones privadas para recolectar inteligencia con un nivel de aprobación del 71 y 63% respectivamente. “La aprobación hacia las Fuerzas Armadas es preocupantemente alta, en todo el rango de preguntas no hay ninguna preocupación a que puedan tomar las riendas de las instituciones de policía, no hay suspicacia en que puedan custodiar penales, que puedan intervenir en la recolección de información, detener a delincuentes en flagrancia o participar en las investigaciones, eso me resulta muy preocupante y lo que puedo encontrar como posible respuestas es que hay un temor anticipado en las ciudades, incluyendo la Ciudad de México”, señaló Mónica Serrano, profesora-investigadora del Colegio de México.
›De no fortalecer a las policías y continuar cediendo sus funciones al Ejército y la Marina, se va a contribuir aún más en borrar los límites y fronteras entre las atribuciones de cada actor, seguirá debilitándose el sistema de contrapesos y estaríamos entrando a un campo que genera riesgos, abundó Gabriela Capó.
En su intervención, Javier Oliva Posada, profesor-investigador de la UNAM, indicó que la confianza entre la ciudadanía es uno de los aspectos que propicia el ambiente de deterioro institucional y la ausencia de compromiso cívico. “Me preocupa la infantilización ciudadana de yo no hago y que los militares hagan lo que a mí me tocaría. Una de las variables importantes es la confianza entre los ciudadanos, y si nos vamos al latino barómetro, México es uno de los países que peor califica en la seguridad intraciudadana”, sostuvo. Si bien la encuesta refleja que la mayor confianza y aprobación ciudadana a las capacidades de la Marina y los militares en el combate al narcotráfico y la delincuencia organizada se sitúa en ciudades donde el crimen y la violencia registran una mayor incidencia como son los casos de Veracruz y Monterrey, la falta de un efectiva profesionalización y “dignificación” policial es otro de los factores pendientes a considerar en ese fenómeno de desconfianza hacia las instituciones. “Sin dignificar la vida y el trabajo de los policías es imposible pensar en tener actores protagonistas en el combate a la delincuencia, que vayan a ser capaces de actuar con probidad y en respeto a los derechos ciudadanos. Si bien no va a ser popular hacer una reforma que dignifique el trabajo policial porque es algo que no toca ni la Ley de seguridad de interior ni la ley del Mando Único, debido a que el mando único es un tema gerencial, que nos lleva simplemente a concentrar capacidades de gerencia policial, y la Ley de seguridad interior regula cuestiones de relación cívico-militar, pero no necesariamente nos lleva a una reforma policial integral para mejorar el desarrollo de los policías como seres humanos”, advirtió, Juan Salgado.