En el contexto actual, los Juegos podrían ser el escenario ideal para poner en la mesa los problemas de interés social o político, pero eso no sucederá. Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) se pronunció en contra de las manifestaciones que puedan hacer los atletas.
“El podio y las ceremonias de medallas no están hechos para una manifestación política o de otro tipo”, comentó Bach, agregando que “la misión es tener al mundo entero unido en un solo lugar y compitiendo pacíficamente entre sí. Esto nunca se lograría si los Juegos se volvieran divisivos”.
Este mes, el COI relajó su regla 50, que anteriormente había prohibido a los atletas cualquier protesta. Ahora les permite hacer gestos en el campo, siempre que lo hagan sin interrupciones y con respeto por sus compañeros competidores.
Un ejemplo de estas movilizaciones ocurrió en los Juegos de México 1968, donde los velocistas estadounidenses negros Tommie Smith y John Carlos fueron expulsados después de que levantaron los puños con guantes negros en el podio para protestar contra la desigualdad racial.
También en Río 2016, el corredor de maratón etíope Feyisa Lilesa levantó los brazos y cruzó las muñecas al cruzar la línea de meta para mostrar su apoyo a las protestas de su tribu Oromo por los planes del gobierno de reasignar tierras de cultivo.