La justicia británica empezó a examinar este lunes la solicitud de extradición del controvertido fundador de WikiLeaks, Julian Assange, por Estados Unidos, donde está reclamado por haber publicado cientos de miles de documentos clasificados.
En una sala atestada en el tribunal de Woolwich (sureste de Londres), llena de periodistas y de simpatizantes de Assange, el australiano de 48 años apareció con semblante tranquilo y atento, vestido con una chaqueta, un suéter gris oscuro y camisa blanca. Tomó la palabra para confirmar su identidad.
Considerado como un paladín de la libertad de expresión por decenas de seguidores, que se reunieron frente al edificio, podría ser condenado hasta a 175 años de prisión en Estados Unidos, donde está acusado de pirateo informático y espionaje.
En una audiencia preliminar, Assange declaró que se negaba a “someterse a una extradición por un trabajo periodístico que recabó numerosos premios y protegió a mucha gente”.
Como él, su padre, John Shipton, ve en este proceso un grave peligro para la libertad de prensa. Denunció “la maldad incesante de las autoridades” para con su hijo: “eso es lo que le ocurrirá a los periodistas [...] si se lleva a cabo la extradición política de Julian Assange”, advirtió el padre al comienzo de la audiencia.
Detenido en la cárcel de alta seguridad de Belmarsh, adyacente a la corte, Assange tendrá que comparecer toda la semana antes de que se aplace la audiencia al 18 de mayo, cuando se retomará por tres semanas.
Civiles muertos
En un primer momento, fue acusado de pirateo informático, pero en mayo la justicia estadounidense lo acusó, además, de 17 cargos adicionales en virtud de la ley antiespionaje. Sus apoyos denuncian que estas acusaciones suponen un grave peligro para la libertad de prensa.
Estados Unidos lo acusa, principalmente, de haber puesto en peligro a algunas de sus fuentes al publicar, en Wikileaks en 2010, 250.000 cables diplomáticos y medio millón de documentos confidenciales sobre las acciones del ejército estadounidense en Irak y en Afganistán.
Entre esos documentos, figuraba un video en el que se veía a civiles abatidos por los disparos de un helicóptero de combate estadounidense en Irak en julio de 2007, incluyendo dos periodistas de la agencia Reuters.
Pero la hazaña del australiano, que le valió la etiqueta de campeón de la libertad de información, también le costó numerosas críticas. En 2011, los cinco diarios (incluyendo The New York Times y Le Monde) asociados a la plataforma, condenaron la publicación de unos documentos no editados que podrían poner en peligro a fuentes informantes.
Ahora, la justicia británica tendrá que determinar si la demanda de extradición respeta varios criterios legales, y sobre todo si no es desproporcionada o incompatible con los Derechos Humanos.
Julian Assange fue detenido en abril de 2019 en la embajada de Ecuador, donde estuvo refugiado casi siete años. Temía ser extraditado a Estados Unidos o a Suecia, donde se lo acusaba de violación y agresión sexual. Assange siempre rechazó esas acusaciones, y la fiscalía sueca abandonó el caso finalmente.
“Tortura psicológica”
En la última audiencia preliminar, el miércoles pasado, la defensa de Julian Assange alegó que el presidente estadounidense, Donald Trump, prometió indultar al australiano si este negaba que Rusia filtró los correos electrónicos que perjudicaron a su rival, Clinton.
La Casa Blanca, sin embargo, negó esta afirmación.
En un documento realizado para su defensa, la abogada de Assange, Jennifer Robinson, afirmó que la propuesta llegó por parte del exdiputado republicano Dana Rohrabacher “siguiendo instrucciones” del presidente estadounidense.
Por su parte, Dana Rohrabacher desmintió haber hecho su oferta en nombre del presidente estadounidense.
Wikileaks publicó en 2016, en un momento clave de la campaña de las presidenciales estadounidenses, miles de correos pirateados del Partido Demócrata y del equipo de la entonces candidata Hillary Clinton, que la debilitaron en la carrera por la Casa Blanca.
Numerosas voces han denunciado el trato infligido a Julian Assange. El relator de la ONU sobre torturas, Nils Melzer, consideró en mayo que el australiano presentaba “todos los síntomas típicos de una exposición prolongada a la tortura psicológica, una ansiedad crónica y traumatismos psicológicos intensos”. Según sus familiares, su estado de salud mejoró recientemente.