La práctica de restringir el flujo de contenido en internet, cuando ocurren protestas —principalmente convocadas en un contexto de represión social y política—, se ha presentado en casos muy puntuales y por ello preocupantes para los defensores de derechos humanos.
Este es el caso reciente en Rusia, donde el gobierno del presidente Vladímir Putin ha recurrido a interrumpir el acceso a diversos medios de comunicación y redes sociales como Instagram, Facebook y Twitter, en medio de la guerra contra Ucrania. Esto ha provocado los cortes de internet más onerosos en lo que va de año, según una medición que evalúa a ocho naciones, elaborada por la empresa de investigación independiente Top 10 VPN.
Los apagones deliberados ocasionaron pérdidas cercanas a 1.210 millones de dólares en Rusia, al menos desde enero pasado. A pesar de que estos cortes sólo han durado 543 horas, al menos en una medición registrada al 22 de marzo, la situación ha afectado a cerca de 113 millones de personas.
Según la medición de Top 10 VPN, el costo estimado de estas restricciones sitúa a Rusia por delante de Kazajistán, que ocupa el segundo puesto en términos de costes en 2022, y donde se han registrado masivas protestas contra el gobierno, donde han muerto decenas de manifestantes.
Así, Rusia ha perdido 430 millones de dólares este año debido a los cortes de internet que siguieron a las violentas protestas de enero pasado, motivadas por la escasez de combustible.
Hasta ahora, Myanmar es el país que más tiempo ha cortado el acceso a internet en 2022: casi 3.800 horas, y es allí donde el año pasado se dio un golpe militar, y en las últimas semanas las fuerzas armadas han atacado a civiles por aire y tierra, en una escala sin precedentes.
Otro ejemplo de la represión a través de internet se observa en África, especialmente en Nigeria, donde tras siete meses de suspensión se levantó la prohibición de utilizar Twitter a principios de año. El paro del servicio afectó a más de 100 millones de personas y acumuló un costo económico de 83 millones de dólares. En territorio nigeriano se libra una confrontación irregular por la presencia de células terroristas y la inestabilidad en varias de sus regiones.
También en el continente africano, Etiopía ha tenido largos cierres de casi mil 900 horas este año. Una vez más, como las autoridades se centraron en la región de Tigray, asolada por la guerra civil, en donde se habla de una devastación humanitaria por la hambruna y violaciones a derechos humanos, se vieron afectadas menos personas y los costes se mantuvieron en torno a los 30 millones de dólares.
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