“Hay empleo, hay bienestar en las zonas, y hay que cuidar nada más el medio ambiente”. La frase en medio de una respuesta parecía una afrenta, una ironía ante las decenas de señalamientos que el Tren Maya se ha ganado por su construcción.
El pasado miércoles, el gobierno declaró Área Natural Protegida la región de “El Jaguar” en Tulum, Quintana Roo, y en la conferencia se lo celebraron, al menos una reportera. Mientras afuera, las denuncias por la devastación de la selva siguen empujando.
Algunas partes de la zona, dijo, ya están habitadas o invadidas, pero se llega a acuerdos para respetarles sus posesiones, pero bajo ciertas condiciones, como la de conservar todo como área natural protegida. Mientras las máquinas, según denuncian asociaciones, siguen acabando con la fauna.
Incluso, continuó, “ya se tiene el presupuesto para bardear 25 kilómetros en esa área natural protegida El Jaguar, porque sí hay flora y hay fauna nativa importante que se tiene que conservar”. Una obra más que pondría en riesgo la misma flora que quiere proteger.
Y la ironía continuó. “Pero tenemos que cuidar el medio ambiente, porque todo lo que significó construir Cancún y luego la Riviera Maya, pues llevó a desmontes y retiro de manglares, y se afectaron incluso sitios arqueológicos, y cenotes y ríos submarinos”.
Turismo vs. conservación
Hasta hace 20 días, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) detalló que encontró 24 mil 67 bienes, inmuebles y basamentos en las zonas por donde pasará el Tren Maya; sin embargo, respaldó la construcción del Tramo 5, asegurando que incluso el cambiar la ruta de dicho trayecto implicaría el hallazgo de vestigios arqueológicos o rasgos naturales como cavernas y ríos subterráneos… pero esos no se dañarán, asegura el mandatario. Así se cuida el medio ambiente, de acuerdo a su criterio, porque hasta “estamos sembrando árboles”.
¿Se puede cuidar el medio ambiente llevando a 29 millones de turistas a esta zona? López Obrador lo afirma. Seguro de sí, dijo que se calcula que este año, sea esa cantidad de visitantes las que lleguen a Cancún, que lleguen a la zona, “fomentar eso sin afectar al medio ambiente”.
“Ayudar a la gente porque el turismo es una actividad que genera riqueza, que produce riqueza, pero que también distribuye riqueza, se ayudan los hoteleros, pero también los trabajadores en restaurantes, chefs, transportistas, los que se dedican al comercio” y resaltó la frase: “hay empleo, hay bienestar en las zonas, y hay que cuidar nada más el medio ambiente”… ¡Facilito!.
Esa forma de cuidar al medio ambiente lo hizo, como dijo, invitar a los empresarios a invertir en el sureste, donde está el 70% del agua del país, para no dañar más a los estados del norte, y que no pasen por lo que ya se vive en Nuevo León.
¿Y los amparos, apá?
Los amparos y suspensiones han quedado atrás. El gobierno decidió nombrar como un ente de seguridad nacional la obra del Tren Maya, pero las asociaciones siguen luchando. Y el Presidente continúa con la descalificación de las organizaciones y hasta del juez que concedió la primera suspensión definitiva contra el Tramo 5.
Ahora un nuevo capítulo se abre, una segunda suspensión definitiva llegó, ahora por un amparo de la asociación civil Defendiendo el Derecho a un Medio Ambiente Sano (DMAS), por la falta de permisos requeridos para la construcción.
Pero a López Obrador no le inmutó, ni cosquillas le hizo. Porque la obra es de seguridad nacional, aunque no sepa, o se hace el que no sabe, a nombre de quién queda el proyecto.
La obra estaba bajo la responsabilidad de Fonatur, pero ante la primera suspensión, ¿a nombre de quién queda? “Yo creo que la Presidencia de la República… o la Secretaría de Gobernación”, respondió en lo que pareció un intento para confundir, o realmente no sabía, ¿o es una estrategia legal? Así transcurrió una mañanera de ironías.
ES DE INTERÉS |
AMLO da golpe en la mesa; expropia predio para Tren