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“Lo cierto es que mis enemigos no tienen razón para serlo. Si algún mal causo a los traidores es por error de entendimiento y no por deliberada voluntad. No es mi fuerte la venganza…”, esta frase, aunque parecería el estilo de Andrés Manuel López Obrador, en realidad se escribió hace 154 años, en una carta fechada el 18 de mayo de 1865 en Chihuahua, durante el gobierno itinerante de Benito Juárez en plena invasión francesa.
Sin embargo, esta frase describe la visión del Presidente en lo que ha llamado la “reconciliación y pacificación” del país. La ruta planteada por López Obrador también se asemeja a las medidas adoptadas por Juárez después del triunfo sobre Francia y la Guerra de Reforma: la erradicación de los abusos, en este caso la corrupción, y la fortaleza de la Guardia Nacional, integrada por los soldados que son del pueblo y restituirán la seguridad; además de la recuperación de valores.
Militares pareciendo civiles
La concepción original de la Guardia Nacional mexicana, según el Plan Nacional de Paz y Seguridad del actual gobierno, se asemeja a la Gendarmería Nacional francesa, creada en 1719 desde el Ejército, pero con fines policiales nacionales, considerada una corporación de investigación, pero con responsabilidades de combate delictivo en zonas urbanas, rurales y atención de emergencias.
Al tratarse de un modelo mixto militar civil, la eventual Guardia Nacional de México tiene similitudes con otras Fuerzas de Seguridad Intermedia como la Guardia Civil española, cuya creación desde las Fuerzas Armadas se origina por Real Decreto en 1844, y un despliegue importante se suscita en Andalucía por hacer frente al terrorismo anarquista de 1881; así como al Cuerpo de Carabineros en Italia, fuerza enfocada a la seguridad pública y la defensa interior creada desde 1814, cuya actuación se rige por la ley orgánica del Ejército italiano desde 1934 que los faculta también para funciones civiles de seguridad.
La consideración del Presidente en ubicar a las Fuerzas Armadas como columna vertebral de su estrategia y referirse a él como un ejército del pueblo, tiene sus antecedentes la entonces llamada Guardia Nacional que se construyó del pueblo para resistir la invasión francesa y que se consolidó como el Ejército que conocemos. También en el Ejército Libertador del Sur que comandó Emiliano Zapata, y del primer Ejército Constitucionalista que lideró Venustiano Carranza, que de acuerdo con el Decreto 1421 del 19 de febrero de 1913, el Congreso de Coahuila le concedió al entonces gobernador Carranza las facultades para conformar un ejército que restituyera el orden constitucional y en julio de 1914 logró que el general Victoriano Huerta renunciara al Poder Ejecutivo y huyera del país.
En busca de la verdad y el perdón
“Olvido no, perdón sí”, así es como López Obrador ha definido su política de indulto a aquellas personas que se convirtieron en víctimas de una “estrategia fallida” contra las organizaciones criminales y las comisiones de la verdad. Su origen tiene que ver con las consecuencias derivadas de conflictos internos, guerras civiles y dictaduras; a la fecha en al menos 45 naciones se han diseñado mecanismos de reconciliación como este tipo y se han creado más de 20.
También se nutre de experiencias como Colombia, Guatemala y El Salvador, donde optaron por pacificar sus territorios a través de un a amnistía o reducir sus penas, pero que en todos los casos tardaron más de 10 años en implementarse, por lo que aún no se puede considerar un proceso cerrado.
Una de las primeras experiencias latinoamericanas en búsqueda de justicia fue la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), conformada en 1983, para indagar las desapariciones forzadas ocurridas durante la dictadura militar en Argentina.
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