En plena emergencia climática reconocida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la selva amazónica ha registrado un aumento de incendios, incluso en zonas protegidas. La gestión presidencial de Jair Bolsonaro en Brasil poco ha hecho para frenar la quema de tierras, ya que de los 77 incendios reportados en 2018, antes de su toma del poder, la cifra pasó a 124 para 2020.
Datos de The Bureau of Investigative Journalism revelan que pese a las sanciones impuestas a productores de carne por quemar vegetación nativa para dedicar las tierras al pastoreo, estos aun venden sus productos en supermercados. Se trata de sanciones cuyo objetivo es recuperar las tierras y promover la recuperación de áreas forestales, sin mucho éxito.
Pese a la presión de Estados Unidos, el presidente brasileño ha permitido la tala y quema de tierras protegidas.
›Entre las principales empresas productoras de carne que se benefician de las tierras arrebatadas al Amazonas se encuentran JBS y Marfrig, y ambas han comprado cabezas de ganado a Vilymar Bissoni, un agricultor que ha sido identificado en varios casos de deforestación en Brasil.
La selva amazónica, clasificada como uno de los más importantes pulmones de la Tierra, ha sufrido especialmente durante los últimos años, y al respecto, Jair Bolsonaro llegó a afirmar que más allá de la generación de oxígeno en grandes cantidades, se trata de un territorio bajo su control. Fue hasta la presión de potencias como Estados Unidos que se comprometió a fortalecer el cuidado al medio ambiente, aunque también ha seguido promoviendo la tala indiscriminada del espacio. Un ejemplo de ello es el número de embargos de tierras pertenecientes al bosque tropical: únicamente 385, frente a los dos mil 500 que se reportaron en 2018.