El telón del año 2023 se levantó con un escenario climático teñido de extremos, con temperaturas récord y efectos en el ciclo global del agua.
Este es un drama en el que los protagonistas fueron las olas de calor, las sequías en América del Sur y Canadá, y los episodios de precipitaciones extremas que, a lo largo del año, dejaron huella en otras partes del planeta.
A esto se une el cambioen la circulación y las temperaturas del océano Pacífico y condiciones para los fenómenos de La Niña y El Niño, enmarcados por el calentamiento global. No sólo influyeron en lluvias y sequías, sino que amplificaron la fuerza de ciclones tropicales.
El 2023 abrió con fuertes lluvias en Filipinas y el oeste de Estados Unidos, seguido por ciclones que azotaron el sureste de África y deslizamientos de tierra en Brasil. En la primera mitad del año el sudeste asiático se vio envuelto en una ola de calor, seguido por un ciclón en Myanmar, mientras que en el norte de Argentina y suroeste de Europa, la sequedad marcó territorio.
También tuvieron consecuencias catastróficas las lluvias torrenciales y las inundaciones al norte de Italia, a esto se suman las condiciones extremadamente húmedas en Corea del Sur, India y Pakistán con deslizamientos de tierra y devastadoras inundaciones. En territorio americano, Canadá, en cambio, sufrió condiciones secas y calurosas con actividad récord de incendios forestales.
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La segunda mitad del año vio a América del Sur bajo la sombra de una sequía que se deslizaba silenciosamente sobre la cuenca del Amazonas. En septiembre, un ciclón en el Mediterráneo, conocido como medicane, causó estragos en Grecia y Libia. Mientras Somalia enfrentaba fuertes lluvias e inundaciones, Sudán del Sur continuaba padeciendo la persistente sequía. Las últimas semanas de 2023 sumaron intensas lluvias e inundaciones en la costa noreste de Australia. Los indicadores récord de sequía y humedad se rompieron en 2023, aún con varios meses de incertidumbre por delante.
El 2024, aún prematuro, sugiere que el mayor riesgo de sequía se cierne sobre América Central y del Sur, el sur de África y el oeste de Australia. Aunque algunas regiones como el Sahel, el Cuerno de África, el norte de Europa, India, China y el sudeste asiático parecen mantenerse a salvo, por ahora.
En el vasto territorio mexicano, los campos enfrentan una amenaza creciente. A pesar de las inversiones en el sur y el sureste para impulsar la producción, aún no se ha logrado empatar la productividad con las áreas del centro y norte en esta administración.
La inversión en infraestructura, comunicación y distribución de agua en las regiones referidas es reconocida, pero se destaca la necesidad de medidas más sólidas para contrarrestar los impactos del cambio climático en la producción de granos y oleaginosas en el resto del país.
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