Decenas de miles de turistas se acercan cada año a Sapporo, en el norte de Japón, para contemplar las 200 esculturas de hielo presentadas durante el Festival de nieve, aunque esta última brilló por su ausencia en la edición de este año.
A causa de las temperaturas demasiado suaves de este año, las precipitaciones no bastaron y los organizadores se las tuvieron que ingeniar para poder construir las esculturas pese a la enorme escasez de materia prima.
“La falta de nieve es inaudita. Tuvimos que traerla de lugares a los que nunca antes habíamos tenido que recurrir”, como Niseko, una ciudad situada a unos 60 km de Sapporo, explicó a la AFP Yumato Sato, un responsable de la organización del Festival de nieve.
De media, se necesitan unas 30.000 toneladas de nieve inmaculada para fabricar las esculturas, que representan desde personajes de dibujos animados a famosos caballos de carreras.
“La nieve no debe contener ningún tipo de suciedad, si no, las esculturas pueden romperse”, precisó Sato.
Las nevadas de este año, excepcionalmente débiles, forzaron a varias estaciones de esquí de Japón a cerrar sus pistas.
Según la empresa especializada en meteorología Weathernews, una cuarta parte de las 400 estaciones encuestadas tuvieron que renunciar a abrir.
En Sapporo, capital de la isla de Hokkaido, la cantidad que cayó este año representa menos de la mitad de la media anual, según el observatorio local de la Agencia nacional de meteorología japonesa.
Las altas temperaturas hicieron que la nieve se derritiera a mediados de diciembre, mientras que el mercurio debería permanecer en valores superiores a la media.
Esta ausencia de precipitaciones supuso un importante desafío para los 125 soldados de las Fuerzas locales de autodefensa que cada año construyen estas esculturas, algunas de hasta 15 metros de altura.
“Upopoy”
“No solo no teníamos suficiente cantidad, sino que, además, la nieve estaba llena de agua, lo que hizo que las estatuas se derritieran rápidamente”, explicó el coronel Minoru Suzuki.
Sus tropas se pasaron unos 100 días diseñando y construyendo una estatua de 15x20 metros del palacio Lazienki, de Varsovia, para conmemorar el 100º aniversario de las relaciones diplomáticas entre Japón y Polonia en 2019.
“Tuvimos que reparar constantemente la réplica del edificio. Era difícil fijar las piezas porque hacía demasiado calor”, añadió.
El Festival de Sapporo se celebra desde hace 70 años y es una importante atracción turística del norte de Japón. El año pasado lo visitaron 2,7 millones de personas.
“Las ciudades del norte de Japón organizan festivales de nieve cada año. Sería una pena que estos acontecimientos terminen” por culpa de un clima demasiado cálido, consideró Sunao Kinoshita, un septuagenario oriundo de Osaka, de donde vino para disfrutar del evento al menos “una vez antes de morir”.
“En general, solemos tener más nieve. Creo que esto es algo raro. Tengo la impresión de que el cambio climático se materializa”, declaró a la AFP Ayaka Muto, de 31 años, asidua del Festival.
El tema principal de la exposición de este año, que terminará el 11 de febrero, es la minoría étnica ainu de Hokkaido, para conmemorar la futura apertura, en abril, del primer museo nacional dedicado a esa comunidad, apodado Upopoy (“cantar juntos” en lengua ainu).
Rezar a los dioses
“Nunca habíamos tenido estatuas con características ainu tan potentes” como un ‘hibu’ gigante, una divinidad de esa cultura, precisó Sato.
Algunos incluso le pidieron a esos mismos dioses que llegaran más nevadas.
A mediados de enero, una estación de esquí de la prefectura de Hyogo (suroeste) le solicitó a un sacerdote sintoísta que oficiara una ceremonia para pedir que nevara. Lo mismo hicieron los organizadores del festival de la nieve de Yamagata, en el norte de Japón.
“No es que no tengamos suficiente nieve. Es que no tenemos en absoluto. Es grave, es un desastre”, declaró el mes pasado el gobernador de Hyogo, Toshizo Ido.
Aún así, los organizadores del festival de Sapporo esperan poder continuar con el famoso acontecimiento “para las generaciones futuras”, indicó Sato. “Todo lo que podemos hacer es rezar”, sostuvo.