La erosión democrática que vive México, reflejada en las reformas legales que debilitan al Instituto Nacional Electoral (INE) y reducen el papel de los ciudadanos en la conducción de los comicios, podría tener repercusiones globales, alerta un análisis del Brookings Institute.
“Sin una condena internacional firme, es poco probable que el ataque de López Obrador al INE sea el último a las instituciones independientes de México antes de las elecciones presidenciales de 2024”, advierte el artículo titulado México da un paso más hacia su pasado autoritario.
Al revisar la postura del gobierno del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, sobre las enmiendas de carácter electoral en México, el texto sugiere que “los regímenes autoritarios de todo el mundo cosecharán los beneficios geopolíticos, estratégicos e ideológicos de un México menos democrático y más insular”.
Elaborado por la Iniciativa sobre Actores Armados No Estatales, el análisis establece que “en lugar de la insurrección violenta, a menudo es la cooptación lenta y sistemática de los controles institucionales sobre el Ejecutivo lo que facilita la desaparición de las democracias. Hasta ahora, el enfoque público de la administración Biden hacia México no ha logrado hacer retroceder estas señales de advertencia”.
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El reporte escrito por Valerie Wirtschafter y Arturo Sarukhán, señala que mientras el presidente Biden condenó enérgicamente las amenazas democráticas en Brasil durante el gobierno de Jair Bolsonaro (2019-2022), las críticas a las reformas electorales en México han sido más “silenciadas”, entre otras razones por la necesidad de Washington de contar con la colaboración de su vecino del sur en materia de migración y combate al narcotráfico.
Pero esa visión de la relación bilateral podría resultar contraproducente, según el texto del Brookings Institute. “Al priorizar otras áreas políticas sobre las amenazas institucionales a la democracia mexicana, la administración Biden corre el riesgo de que sus propios compromisos renovados con las normas democráticas suenen vacíos y exacerben potencialmente los desafíos de la migración y el crimen organizado transnacional en el futuro”, señala.
Al explicar la fijación del presidente López Obrador con la autoridad electoral, el análisis explica que el mandatario mexicano tiene dos obsesiones, una con el pasado y otra con el futuro, y ambas giran en torno al INE.
“Durante mucho tiempo le ha guardado rencor al INE por certificar las elecciones presidenciales de 2006, que perdió por un margen ínfimo (…) En cuanto al futuro, lo último que quiere hacer en la ceremonia de juramentación del próximo presidente de México es colocar la banda presidencial sobre los hombros de un presidente electo de la oposición y, al hacerlo, poner en peligro el legado de su llamada Cuarta Transformación y la supervivencia de sus proyectos y políticas favoritas”, reseña el texto.
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