La semana pasada recibimos una verdadera sorpresa: la respuesta generalizada de la gente al anuncio oficial de la inscripción de Xóchitl Gálvez en la lista de contendientes a la candidatura para participar en el proceso de elección al cargo de Presidente de la República. La recepción de su anuncio fue magnífica; tanto, que la respuesta de Palacio Nacional no se ha dejado esperar.
Hemos venido escuchando cinco años de un auténtico monólogo mañanero, al que no recae respuesta ni rechazo alguno. La oposición ha permanecido callada, escondida. Han sido tantos y tan graves los actos de corrupción atribuibles a sus dirigentes y militantes, que ningún actor político sale realmente a dar la cara.
El propio Presidente se ha dado cuenta, ya, de que el reloj avanza rápidamente, y de que el vencimiento del término de su período de gobierno se acerca inexorablemente. Desde ahora –ahora sí–, el micrófono empezará a voltear y encenderse ante los señalamientos de quienes contiendan en la carrera presidencial.
Es cierto que la sonoridad del mensaje matutino presidencial ha impuesto una agenda que ha sido imposible romper a lo largo de estos años, y que en ella él mismo pretende acomodar y subir a quien Morena llegue a postular como su candidato; sin embargo, no podrá evitarse el desequilibrio de la retórica que natural y forzosamente vendrá a provocar la designación de cualquier contendiente que nombre la oposición.
Uno y muchos puntos a su favor tienen los partidos que conforman la alianza Va por México: uno, desde luego, los errores incontables cometidos en el ejercicio de la función gubernamental atribuibles a esta administración, de la mano de innumerables actos de corrupción también documentados; otro, la posibilidad de que las distintas corrientes de pensamiento aglutinadas en la oposición, arropen y propongan en forma consensuada un proyecto alternativo de reconciliación nacional, que sane el encono del que la sociedad mexicana ha venido siendo víctima a lo largo del último lustro; ese discurso pacificador es un bálsamo que los ciudadanos anhelan con ansiedad.
A diferencia de Morena, que prácticamente contiende solo, la oposición agrupa a ideólogos de distintas corrientes de pensamiento que acompañarán a un único candidato o candidata, en conjunto con el cual harán campaña para alcanzar la presidencia, siempre encaminada a demostrar que la administración del gobierno puede ser mejor.
Hay un problema que trascenderá en el éxito de la ardua empresa: aún no debiendo hacerlo, sabemos que el presidente hará campaña, y que a éste no podrá sancionársele. Al candidato de la oposición se le verá con lupa, y el gobierno y Morena harán lo impensable para obstaculizar su paso limpio hacia la elección. Es en la observancia de la ley electoral que la administración en turno –seguro– acabará buscando un recurso eficaz para impedir la contienda. En este caso, la oposición no podrá equivocarse al momento de entender que, tratándose de ganar una elección, para el presidente, ahí sí: la ley es la ley.
Los artículos 226 y 227 de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales acabarán siendo engañosos –y peligrosos–. En dichas disposiciones se establece con claridad que las precampañas en año de elección presidencial comienzan la tercera semana de diciembre, y no podrán durar más de sesenta días. Pero también se establece con claridad que los precandidatos que participen en los procesos de selección interna de sus partidos, no podrán realizar actividades de proselitismo o difusión de propaganda, por ningún medio, antes del inicio de precampañas. La sanción prevista en la ley por infracción alguna cometida a ese supuesto, es la negativa del registro del precandidato, tal cual. ¿Cómo valorará el INE la participación en los medios, de cada uno de los miembros de la lista de Va por México, ahora que se dan a conocer y hablan de su visión de país y de gobierno?
Tomando en consideración qué se entiende por actos de precampaña, los aspirantes a contender el año entrante deben abstenerse de participar en reuniones públicas, asambleas, marchas y cualquier reunión en la que el precandidato se dirija a los afiliados al partido, simpatizantes o electorado en general, con el objetivo de obtener su respaldo para ser postulado como candidato.
Hasta antes de la tercera semana de diciembre, los partidos y candidatos deberán abstenerse de publicar escritos, imágenes, grabaciones, proyecciones y cualquier tipo de expresión para dar a conocer sus propuestas.Los ataques y llamados del Presidente de la República hacia los candidatos de la oposición van a ser constantes. La tentación para dar respuesta a ellos va a ser muy grande. En el proceso por venir, la mesura, la templanza y la paciencia acabarán siendo clave para llevar a la contienda por la presidencial, a la candidata o al candidato con la mejor aceptación ciudadana, el mejor proyecto y las mejores credenciales para representar a quienes no ven en Morena a un partido que comparta su visión de país. A las provocaciones, oídos sordos; a la observancia de la ley, toda la atención.