Diversidad en la conformación universitaria

23 de Noviembre de 2024

Antonio Cuéllar

Diversidad en la conformación universitaria

En los diarios de los Estados Unidos de América se publicó la semana pasada una noticia en la que se informa cómo la Suprema Corte de Justicia de ese país admitió un par de impugnaciones hechas valer en contra de las Universidades de Harvard y de Carolina del Norte, por sus políticas para la admisión de alumnos. Los grupos demandantes, mayoritariamente de origen asiático, reclaman la validez de los criterios de selección racial presuntamente adoptados por ambas universidades –que buscan preservar la diversidad o pluralidad cultural de las instituciones–, y piden su modificación para dar lugar a criterios de admisión basados en la medición de las capacidades individuales. Las demandas pondrán a prueba algunos criterios ya alcanzados por el supremo tribunal sobre este particular, que ahora podrían transformarse no sólo en función de los tiempos que corren, sino también de la nueva conformación del órgano de justicia.

Lo interesante del tema, que podría abordarse hacia finales de junio, tiene que ver con la subsistencia de las políticas de diversidad universitaria y algunas acciones afirmativas para proteger los derechos de minorías, en la consecución de los objetivos que una institución académica debe perseguir. ¿Debe prevalecer o no la intención universitaria de ver logrado, entre su alumnado, un mosaico plural de identidades que nutran la discusión académica?

Es sumamente interesante el grado de avance que tiene el sistema democrático estadounidense con relación al nuestro en el ámbito universitario. Lógicamente, ello trasmina hacia otras instituciones de carácter público que lo demandan.

La comparación del fenómeno que la noticia revela la semana pasada, nos conduce naturalmente a la labor introspectiva de análisis alrededor del mismo tema. ¿Qué tan plural es la conformación de nuestra máxima casa de estudios superiores, la Universidad Nacional Autónoma de México?, ¿Qué criterios se deberían de construir al respecto?

Se trata de la principal aula de estudios superiores del país, la mejor de América Latina y sobresaliente a nivel mundial, en la que todo estudiante que aspirara a ingresar debería de tener la posibilidad de hacerlo, más allá de su raza o situación social, en función de su capacidad intelectual.

Desafortunadamente, la Universidad Nacional Autónoma de México, en algunas de sus facultades, atraviesa un fenómeno inverso al que habrá de abordarse por la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos de América. Como tal, por virtud de sus procesos de ingreso, ha dejado de ser universidad, y ha dejado de ser nacional.

Con el ánimo de beneficiar a los estudiantes egresados de las preparatorias públicas, en la Universidad se han cerrado los canales para que alumnos graduados en las escuelas particulares puedan acceder a sus aulas, a pesar de contar con calificaciones sobresalientes. Se han creado cuotas que, por la vía de criterios burocráticos perjudiciales, se impide la llegada de alumnos en función de su escuela de proveniencia, y se mantiene un camino de acceso libre que facilita la ocupación de un número grandísimo de alumnos de escuelas públicas, algunos de ellos, lamentablemente mal preparados, en detrimento de la función social universitaria.

El fenómeno, además, no se queda ahí, la impermeabilidad del sistema también ha provocado que alumnos egresados de preparatorias estatales tampoco tengan acceso a la Ciudad Universitaria, como tradicionalmente lo fue. Nuestra Universidad se ha convertido, por consiguiente, en una escuela superior de acogida de las preparatorias públicas y CCHs de la Ciudad de México.

Debemos entender que el derecho humano a la educación y al progreso de las personas, impone al Estado el deber de velar por la construcción de opciones a través de las cuales, todos los jóvenes mexicanos, puedan acceder a los medios óptimos de preparación universitaria que faciliten su ingreso al empleo, a las actividades económico-productivas de las que depende, a la postre, su propio sustento. Sin embargo, en el diseño mismo de alternativas, el Estado debe ser cuidadoso y velar por la subsistencia de las instituciones. La idea de que la educación universitaria debe ser masiva, es una grave equivocación.

La Universidad Nacional Autónoma de México es un semillero importantísimo de actores intelectuales con influencia en la vida económica, política, científica y cultural del país. Deviene indispensable asegurar que la Universidad cumpla eficazmente su papel, que trasciende, como es lógico, a todo el territorio nacional.

Por el grado de atraso en el que se encuentra la educación que se imparte en muchas preparatorias oficiales, es entendible que deban impulsarse acciones afirmativas que reserven amplios espacios para jóvenes destacados y trabajadores que emanen de ellas, a los que bajo ningún motivo debe cerrárseles el camino a su superación en función de la incapacidad de pago de alguna mejor institución de enseñanza privada (sin que ello signifique que todas las escuelas particulares puedan superar a la educación que imparte el Estado…para nada).

Sin embargo, el mejor escenario del que los universitarios podrían llegar a beneficiarse se alcanzaría en el momento en el que quienes conformen su alumnado, gocen de esa cualidad plural y diversa que debe componer a toda Universidad Nacional, por el origen descentralizado de sus alumnos, como también por las características propias de una educación preparatoria diferente.

Nuestro Congreso y las autoridades universitarias no deben esperar al naufragio que atravesaría la Universidad Nacional Autónoma de México por la mala preparación de un número decreciente de egresados, para enfrentar el reto de replantear qué oportunidades técnicas se deben conceder a los jóvenes que no tienen la vocación adecuada para acudir a la Universidad, para favorecer el ensanchamiento de los espacios que se deben abrir a favor de preparatorianos de provincia o que emanen de escuelas privadas. Negar esa oportunidad, sólo conduce a la polarización del país y su división, entre quienes egresan de universidades particulares con empleo, y quienes se gradúan de la Universidad Nacional Autónoma de México, muchos de ellos con grandes dificultades para encontrarlo.

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