Los altos niveles de estrés y preocupación que enfrentan las familias mexicanas derivado de la creciente inseguridad, los problemas económicos y falta de seguridad social, producen un problema de malestar emocional generalizado que es urgente dimensionar y atender.
De acuerdo con el profesor de la Facultad de Psicología de la UNAM, Gerardo Mora Gutiérrez, adscrito a la Coordinación de Psicología Clínica y de la Salud, cada vez mayor número de personas se sienten insatisfechas, vacías y fuera de lugar en su propio entorno, propiciando sufrimiento psíquico y cansancio afectivo que se manifiestan en trastornos de angustia, depresión y ansiedad.
Estamos en una época con mayores problemas y, sobre todo, con una vivencia que la gente expresa como de no existencia; siente como si no tuviera un sitio, una identidad o razón para vivir. Todo eso genera problemáticas severas.
Las tres determinantes emocionales que definirían esa condición de malestar contemporáneo son: de la liquidez, inexistencia y del vacío, en donde los individuos no se sienten bien consigo mismos en ningún lugar, por más que tengan un buen trabajo, familia estable o una sociedad que le ofrezca un rol importante que desempeñar.
Quien sufre psíquicamente, dijo, se encuentra en un estado de desarmonía, es decir, cree que no encaja con él o con ella misma, que tampoco puede mantener buenas relaciones interpersonales y, desde luego, a la hora de interactuar con su entorno no se siente en confianza, está insatisfecho, como consecuencia de una serie de malestares acumulados.
En entrevista, el especialista alertó que se trata de una problemática social que va en aumento, razón por la cual es importante detenerse a analizar qué pasa en los diversos grupos, a nivel de sociedad o de familia. En esta última se observa que hay un desmembramiento que tiene que ver con su entramado, en donde hay una serie de circunstancias que la amenazan, al igual que a la crianza de las y los niños.
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Los desafíos económicos que enfrenta de manera cotidiana a su interior para cubrir las necesidades básicas y las diferentes expresiones de violencia social, son dos de los principales factores que desencadenan mayor sensación de malestar y fatiga.
Mora Gutiérrez comentó que cada vez es más común encontrar lo que en psicoanálisis se conoce como “familias deshabitadas”, en donde las personas están presentes físicamente, pero ausentes psíquica y psicológicamente; es ahí donde se identifica la primera herida o huella de malestar.
El tema del bienestar va más allá de las condiciones económicas o materiales, pues también hay que considerar el factor sentimental que en esta época es determinante para definir si se puede hablar de una condición de esta naturaleza o desazón. Varias de las alteraciones como depresión o ansiedad, deben considerarse señales de alerta o denunciantes, agregó.
Otros dos componentes que definen la inquietud contemporánea están relacionados con la irritabilidad y el agotamiento mental, aunado a que están dejando de experimentar placer y se perciben poco motivadas con las actividades que realizan; existe una sensación de agotamiento emocional.
Hay dos palabras que me llaman mucho la atención dentro del léxico psicopatológico, una es la anhedonia, donde se ubica a las personas que no experimentan placer y el otro es la abulia, que tiene que ver con personas que no se motivan y se dedican a hacer prácticamente nada”, refirió.
Reiteró que un “foco de alerta” para identificar que alguien padece un cuadro de cansancio está relacionado con que se muestran irritables todo el tiempo ante la falta de poder conectar con los demás, no le toman aprecio a lo que acontece, y como respuesta conductual o afectiva pueden asumir alguna adicción.
Vemos gente adicta a sustancias o tranquilizantes, pero también al trabajo, lo cual suele ser algo común y delicado; además se observan las conflictivas interpersonales, es decir, no puede mantener contacto con nadie; se conoce como despersonalización y tiene que ver con quienes de alguna forma empiezan a maltratar a otras y se muestran insensibles frente al sufrimiento de los demás, destacó.
Enfatizó que cuando se combinan la fatiga emocional con el sufrimiento psíquico se presenta una hiperestimulación de fuga en donde buscan evadirse de la realidad frente al televisor, o a través del teléfono celular y la computadora.
“Sienten una necesidad de escapar y empiezan a tener pensamientos suicidas, entrando a una condición de alto riesgo como consecuencia de ese sufrimiento”, advirtió. Mora Gutiérrez sugirió que, ante los primeros síntomas de cansancio emocional, se debe buscar ayuda profesional y especializada, además de realizar ejercicios de autorreconocimiento y conciencia, como forma de dialogar con nosotros para encontrar las causas que los llevaron a ese estado de crisis emocional.
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