Ajpach ‘Waal fue enterrado hace casi mil 300 años, algún tiempo después de que ayudó a negociar una alianza entre dos poderosas dinastías mayas; sin embargo, a pesar de formar parte de la élite política de su época, sufrió desnutrición de niño. La alianza eventualmente fracasó y la inestabilidad política resultante lo dejó en circunstancias económicas difíciles y probablemente murió en relativa pobreza.
Sobre la carrera y la vida de privilegios de Ajpach ‘Waal, se sabe porque, en excavaciones en El Palmar, un sitio en México cerca de las fronteras de Belice y Guatemala, se descubrieron escrituras hechas en una escalera que conducía a una plataforma ceremonial.
Sobre las privaciones de su infancia y madurez (murió cuando, como mucho, tenía 50 años) se sabe por el análisis físico y químico de los huesos encontrados bajo la plataforma.
›“Su vida no es como esperábamos basándonos en los jeroglíficos”, dice en un comunicado Kenichiro Tsukamoto, investigador de la Universidad de California en Riverside y líder del proyecto. “Mucha gente cree que la élite disfrutaba de la vida, pero la historia suele ser más compleja”.
El lujo y la alianza
Según lo escrito en la escalera, Ajpach ‘Waal era un lakam o abanderado, un embajador que portaba un estandarte en las misiones diplomáticas mientras caminaban de una ciudad a otra. Como lakam, en junio de 726 d.C viajó 560 kilómetros desde El Palmar y se reunió con el rey de Copán, en la actual Honduras, para forjar una alianza con el rey de Calakmul.
Durante el período clásico de la civilización maya (250 al 900 dC), ésta se componía por una red de ciudades independientes que se extendía por el sureste de México, la península de Yucatán, Guatemala, Belice y el oeste de El Salvador y Honduras.
Consumar la alianza, fue un triunfo que Ajpach ‘Waal celebró construyendo en septiembre del mismo año, la plataforma, que era una especie de escenario teatral donde se realizaban rituales para una audiencia.
A un lado de la plataforma, bajo el piso de un templo, fue enterrado Ajpach ‘Waal. A diferencia de otros entierros mayas de élite, cuando hace unos años se descubrió éste, sólo había dos vasijas de arcilla decoradas con colores, no había joyas ni otros bienes funerarios dispuestos para acompañar al lakam al inframundo.
Jessica Cerezo Román, la autora principal del estudio publicado en febrero de este año en la revista Latin American Antiquity, comenta en entrevista que tanto Tsukamoto como ella estudiaron en México, en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, (ENAH) donde entraron en contacto con los investigadores mexicanos que trabajaban en El Palmar.
Cerezo Román, actualmente investigadora de la Universidad de Oklahoma, es especialista en antropología forense y explica lo que descubrieron en los huesos de Ajpach ‘Waal, que actualmente se encuentran en la ENAH.
Las historias del esqueleto
Los dientes frontales superiores, todos perforados para sostener implantes decorativos de pirita y jade, confirman el estatus del personaje, debido a sus linajes paterno y materno. Este doloroso procedimiento se hacía durante la pubertad como un rito de iniciación y para marcar la inclusión en un grupo social. Cómo no se conservó la parte frontal del cráneo no se sabe si también se le practicó el aplastamiento que, por razones estéticas, se hacía desde la infancia.
Por los huesos de uno de sus brazos, los investigadores averiguaron que Ajpach ‘Waal tuvo traumatismos, infecciones bacterianas y escorbuto o raquitismo. También desarrolló artritis en las manos, el codo derecho, la rodilla izquierda, el tobillo izquierdo y los pies. Tsukamoto y Cerezo Román consideran que esto podría deberse a su labor de llevar el estandarte durante largos recorrido sobre un terreno accidentado, por subir y bajar escaleras y por arrodillarse ante los gobernantes mayas.
De acuerdo con otro estudio, publicado en marzo de 2021 en la revista PLoS ONE, en las ciudades mayas del periodo clásico había una gran desigualdad económica; aunque esto variaba de una a otra dependiendo de qué tan concentrado estuviera el poder y qué tan autocrática fuera la clase gobernante, encontró el estudio.
›Esto se ve reflejado en ambos lados del cráneo pues Ajpach ‘Waal tenía zonas ligeramente porosas, una condición conocida como hiperostosis porótica y causada por deficiencias nutricionales infantiles, lo que sugiere que el alto estatus de la familia Ajpach ‘Waal no pudo protegerlo de la desnutrición. Esta condición es bastante común en los entierros en el mundo maya.
También se encontró una fractura curada en su tibia derecha que se asemeja a las fracturas que se ven en los atletas que actualmente practican deportes como futbol, rugby o fútbol, lo que podría indicar que practicaba el juego de pelota.
Sin embargo, el gran triunfo del diplomático perdió lustre pues el rey de Copán fue decapitado 10 años después de su alianza con Calakmul, que fue derrotada por una dinastía rival casi al mismo tiempo. La inestabilidad política y económica que siguió a estos eventos se refleja en uno de los dientes de Ajpach ‘Waal.
La incrustación que el diplomático tenía en el canino superior derecho se cayó y no fue reemplazada. Cerezo Román explica que saben que esto ocurrió bastante antes de que muriera el personaje pues en el agujero se había acumulado sarro dental.
Algún tiempo después de la muerte de Ajpach ‘Waal, la población de El Palmar abandonó el sitio, que fue invadido por la jungla.
Nueva visión sobre los mayas
Durante mucho tiempo se ha pensado que los mayas fueron una civilización más amable, gentil y sabia que, por ejemplo, los aztecas de México. El cambio climático y el consecuente aumento de la sequía habría sido la causa que condujo a una “guerra total”, que exterminó ciudades y dinastías, y eventualmente al colapso de esta civilización alrededor del año 1000 d.C.
Sin embargo, ha habido varios estudios que no coinciden con esta idea de los mayas. Uno de ellos, publicado a principios de agosto de 2019 en la revista Nature Human Behavior, sugiere que incluso en el apogeo de esta civilización los mayas participaron en campañas militares “de tierra quemada”, en las que destruían hasta las tierras de cultivo de los enemigos.
El estudio se basa en el análisis de una capa de carbón de una pulgada de espesor en el fondo de la laguna Ek’Naab, en el norte de Guatemala que que no se parecía a los incendios naturales registrados en el sedimento y que indicaba un incendio extenso de una ciudad cercana, Witzna o, como se llamaba entonces, Bahlam Jol.
La capa de carbón data de entre 690 y 700 dC, y coincide con una campaña militar de tierra quemada que fue registrada el 3 Ben, 16 Kasew (21 de mayo de 697 dC) en una estela de piedra en una ciudad rival actualmente llamada El Naranjo.
En la América prehispánica, solo la civilización maya desarrolló una escritura y de ella solo quedaron algunos vestigios, por lo que no es extraño que David Wahl, profesor investigador de la Universidad de California en Berkeley y del Servicio Geológico de los Estados Unidos y autor principal del estudio diga que esta es “la primera vez” que el registro escrito se vincula con un evento detectado en el registro sedimentario.
Después de analizar la capa de carbón, los arqueólogos examinaron los monumentos en las ruinas de Bahlam Jol y encontraron evidencia de quemaduras en todos ellos.
Francisco Estrada-Belli, de la Universidad de Tulane, agregó que esta guerra no se trataba de la nobleza desafiándose entre sí, tomando y sacrificando cautivos para realzar el carisma de los captores.
“Por primera vez, estamos viendo que esta guerra tuvo un impacto en la población en general… Vemos ciudades destruidas y personas reasentadas de manera similar a lo que hizo Roma con Cartago o Micenas con Troya”.
La conquista de Bahlam Jol fue puesta en marcha por una reina de El Naranjo, Señora Seis Cielo que, tratando de restablecer su dinastía, puso en el trono a su hijo de siete años, Kahk Tilew. “La campaña punitiva se registró como llevada a cabo por su hijo, el rey, pero sabemos que en realidad fue ella”, dijo Estrada-Belli.
Bahlam Jol no fue exterminada por completo, los sedimentos de la laguna y una estela muestran que siguió adelante con una población reducida por cien años más. Fue abandonada alrededor del año 1000 dC.
Epílogo de impacto
Que hubiera guerras más intensas de lo que se creía no resta importancia a la influencia que las sequías y el cambio climático tuvieron entre los mayas. Un estudio hecho por investigadores de la Universidad de McGill demostró que tanto las sequías como los períodos muy húmedos provocaron importantes disminuciones en la población cercana a la laguna Itzán, en la actual Guatemala.
Estos resultados, publicados en junio de 2021 en Quaternary Science Reviews, se basan en el uso de una técnica relativamente nueva que implica analizar estanoles (moléculas orgánicas que se encuentran en la materia fecal humana y animal) extraídos del fondo del lago.
›Las mediciones de estanoles permitieron estimar que la población en el área disminuyó durante un período muy húmedo entre el 400 y el 210 aC y debido a la sequía en tres períodos diferentes: entre 1350-950 aC (que estaba muy poco estudiado), entre 90-280 dC y entre 730-900 dC, por lo que pudo tener relación con los conflictos en Copán.
Aunque también hay evidencias de que los mayas, en menor número, continuaron ocupando el área después del colapso entre 800-1000 dC y que lograron ciertas adaptaciones en sus formas de cultivo, no cabe duda de que la sequía y la guerra impactaron fuertemente a esta civilización a lo largo de su historia hasta el colapso. Así que la única certeza es que, como dice Tsukamoto, “la historia suele ser más compleja”.