La inteligencia artificial (IA) está redefiniendo la geopolítica, similar a muchos otros momentos de la historia, cuando el desarrollo de la tecnología ha redireccionado el poder global. Prueba de ello es que en 2024, la inversión privada global en IA alcanzó los 196 mil millones de dólares, con Estados Unidos a la cabeza, seguido de cerca por China. Este impulso financiero promueve innovaciones en múltiples sectores, como la atención médica, que recibió 23.9 mil millones de dólares en inversiones, seguida por la gestión de datos y fintech con 13.5 mil y 11.1 mil millones de dólares, respectivamente.
En el ámbito militar, la IA es utilizada para mejorar la precisión y efectividad de los sistemas de defensa, así como para desarrollar nuevas tecnologías de guerra cibernética. El Departamento de Defensa de EU solicitó 2.3 mil millones de dólares para proyectos de IA en 2024, un incremento de 18% respecto al año anterior. China, por su parte, integra la IA en su estrategia militar y de seguridad, para tener ventaja competitiva en la geopolítica global.
La IA también juega un papel crucial en la ciberseguridad. En este campo, la IA se utiliza para desarrollar ciberarmas más sofisticadas, intensificando la complejidad de los conflictos cibernéticos. Según un informe del World Economic Forum, la ciberseguridad es una de las áreas más importantes donde la IA está teniendo un impacto significativo, con inversiones que aumentan cada año para proteger contra las amenazas cibernéticas crecientes.
En el ámbito del dialogo multilateral, la IA ha mejorado la toma de decisiones en política exterior, utilizando herramientas avanzadas que analizan grandes volúmenes de datos para identificar tendencias y predecir comportamientos, mejorando la estrategia frente a otras naciones.
La IA también fluye cada vez más en la vida diaria de las personas, el caso más sonado es el de ChatGPT, una IA de procesamiento de lenguaje natural, que alcanzó un millón de usuarios en sólo cinco días tras su lanzamiento, a finales de 2022, y es prueba de la masificación de esta tecnología.
De acuerdo con un informe de McKinsey & Company, la IA podría añadir hasta 15.7 billones de dólares a la economía global para 2030, con un impacto significativo en la productividad y el crecimiento económico. Este crecimiento es impulsado por la automatización de tareas rutinarias, la mejora en la toma de decisiones y la creación de nuevas oportunidades de negocio.
Ante este escenario, debemos recordar que históricamente las naciones que han impulsado y adoptado las transiciones tecnológicas han contado con la ventaja frente a las demás, por lo que es fundamental que las instituciones globales trabajen para garantizar que los beneficios de la IA se distribuyan de manera equitativa y que se minimicen los riesgos asociados con su uso.