En México se consumen 430 millones de litros de bebidas alcohólicas en un año. Sin embargo, 43% del total son bebidas adulteradas, de acuerdo con datos de la Coferpis y la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco)
Ante la gran cantidad de botellas alteradas que circulan por el país, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) inició una serie de operativos desde hace tres años. Sin embargo, este 2015 logró asegurar 3.3 millones de litros de este tipo de bebidas, lo que representó un incremento del 800%, comparado con el periodo de 2012, cuando se destruyeron únicamente 300 mil litros.
Pese a las acciones, el gobierno federal recomienda a la población comprar las botellas de cualquier tiempo en el sector formal y establecimientos mercantiles, a fin de evitarlos riesgos que esto genera a la salud.
Entre los efectos del consumo de bebidas alteradas están fuertes dolores de cabeza, resaca intensa, mareos, ceguera, nauseas, vómito, nerviosismo y ansiedad, hasta causar la muerte. La mejor manera de verificar que el contenido de la botella no haya sido manipulada es revisando el sello en la tapa, el marbete y el número del permiso sanitario del proceso de embotellamiento. También hay que evitar las bebidas artesanales, ya que no todos los procesos de destilación cumplen con la normatividad.
En un un bar o restaurante hay que revisar que la botella tenga los elementos anteriores y no se debe consumir un producto que haya sido abierto antes de que lo lleven a tu mesa.
Tanto, los consumidores como dueños de establecimientos mercantiles deben destruir las botellas vacías, ya que éstas son el principal activo de la falsificación del producto en el mercado negro y muchas veces involucran a los trabajadores de bares o restaurantes, quienes les proporcionan las botellas y luego las regresan con alcohol adulterado.