Adiós Pekín, ¡Hola Milán y Cortina!
En 2026, los Juegos Olímpicos de Invierno regresarán a Italia, veinte años después de la edición de Turín-2006, y lo harán para una edición en Milán y Cortina d'Ampezzo
En 2026, los Juegos Olímpicos de Invierno regresarán a Italia, veinte años después de la edición de Turín-2006, y lo harán para una edición en Milán y Cortina d’Ampezzo, cubriendo un amplio territorio y con el objetivo de no realizar demasiadas nuevas infraestructuras por motivos económicos y medioambientales.
“Partire non basta mai/é all’arrivo che scopri chi sei” (Irse no basta nunca/Es al llegar cuando descubres quién eres): como afirma una de las canciones en liza por convertirse en el himno oficial del evento, persisten muchos interrogantes sobre el camino a esa próxima cita olímpica de Invierno, la primera coorganizada por dos ciudades de manera oficial.
Milán y Cortina, que reciben el domingo el relevo de Pekín, fueron preferidas en 2019 al dúo sueco formado por Estocolmo y Are.
Tras unas ediciones en destinos inéditos en Rusia (Sochi en 2014) y luego en Asia (Pyeongchang en 2018 y Pekín en 2022), los Juegos Olímpicos de Invierno regresarán en ese 2026 a un territorio más tradicional, al corazón de Europa, siguiendo la estela de la siguiente cita de verano, programada en París en 2024.
El evento volverá, sobre todo, a lugares históricos para el esquí: Italia ya acogió el evento en 1956, en Cortina, y luego en 2006 en Turín.
Cortina, sede habitual de pruebas femeninas de esquí alpino, y Bormio, de masculinas, son además etapas de la Copa del Mundo.
El reto logístico es importante, sabiendo que las dos ciudades anfitrionas de 2026 están situadas en dos regiones diferentes (Lombardía y Véneto) y están alejadas en más de 400 kilómetros -unas cinco horas- por carretera.
San Siro en la apertura
Existe la voluntad de aprovechar al máximo las infraestructuras deportivas ya existentes, para limitar así el impacto económico y medioambiental, unos puntos en los que los Juegos Olímpicos de Invierno son particularmente escrutados.
La edición de 2022 alimentó de nuevo el debate sobre el recurso masivo a nieve artificial y sobre las instalaciones desarrolladas especialmente para el esquí alpino en una región árida o semiárida.
La ceremonia de apertura de 2026, como si fuera todo un símbolo, está prevista en un estadio que cumplirá 100 años, el emblemático San Siro de Milán. El recinto podría vivir su último gran momento, antes de ser eventualmente destruido y dejar paso a una nueva ‘Catedral’, deseada por los dos grandes clubes de la ciudad (Inter y AC Milan), que disputan allí sus partidos como locales.
Las únicas instalaciones nuevas esperadas para 2026 estaban “ya planificadas, independientemente de los propios Juegos”, aseguran los organizadores: el Arena PalaItalia (sede para el hockey sobre hielo) y la Villa Olímpica de Milán (que será reconvertida luego en Ciudad Universitaria).
Las otras Villas Olímpicas de Cortina y Livigno serán en principio provisionales.
Los Juegos de 2026 tienen como misión ser “neutros” en el plano climático, recurriendo exclusivamente a energías renovables “durante el evento”, a medidas de compensación de carbono y a una atención especial sobre la gestión del agua.
Una delegación importante italiana viajó a China para estudiar “las temáticas centrales de los transportes, los estadios y los equipamientos para los deportistas”, explicó el presidente del Comité Olímpico Italiano (CONI), Giovanni Malago.
El bobsleigh, un asunto resbaladizo
Algunos temas suscitan todavía crispación, como la pista de bobsleigh de Cortina.
La región de Véneto se ha comprometido a rehabilitar la pista de la sede histórica de Eugenio Monti, utilizada en los Juegos de 1956 y abandonada desde 2008.
El coste de las obras -unos 60 millones de euros, unos 68 millones de dólares- y el futuro de estos equipamientos han sido denunciados por Cipra, un colectivo internacional de ONG de defensa de los Alpes, que aboga por “alternativas menos costosas y más respetuosas con el medioambiente”, como deslocalizar las pruebas a Innsbruck-Igls, en Austria, a 2 horas y 30 minutos de Cortina.
La esquiadora italiana Federica Brignone teme que el ambiente festivo de los Juegos no sobreviva a la dispersión geográfica de las competiciones en 22.000 km2, una superficie superior a la de la vecina Eslovenia.
“Desde un punto de vista ecológico será mejor, pero para el espíritu olímpico no será lo mejor”, afirmó la subcampeona olímpica de gigante a la prensa italiana, antes de asegurar que estará “evidentemente” presente en los Juegos tanto si se clasifica como si no. Tendrá entonces 35 años.
La apuesta italiana “es un modelo al que debemos acostumbrarnos, ya que es el modelo que hace posible la sostenibilidad” de los Juegos de Invierno, aseguró el viernes en Pekín Vincenzo Novari, director general de Milán/Cortina-2026.