A poco más de seis meses del reforzamiento de las medidas de seguridad que dejó el ataque a las dos Cámaras legislativas en Washington, la Policía del Capitolio de los Estados Unidos (USCP) anunció que quitará las cercas que rodean el edificio y que han permanecido desde antes de la toma de posesión de Joe Biden como presidente.
El cuerpo policiaco informó a través de un comunicado publicado en el portal The Hill, que ahora cuentan con una mejor capacidad de respuesta.
“Basado en el entorno actual de amenazas, las mejoras recientes en las capacidades de respuesta de la USCP y la coordinación mejorada con las fuerzas del orden público locales, estatales y federales, la Junta de Policía del Capitolio respalda la recomendación de eliminar la cerca temporal alrededor de Capitol Square”, detalló.
De esta forma se espera iniciar con los trabajos de remoción del cerco temporal en los próximos días, una tarea que tomará de 24 a 48 horas.
La decisión llega cuando no se han detectado peligros en las últimas semanas y a las quejas de habitantes y turistas, que señalan que la cerca era “un dolor de ojos que mantenía al público alejado de un edificio gubernamental inusualmente accesible”.
Otras medidas de seguridad en los alrededores como la presencia de personal de la Guardia Nacional en otros puntos o equipos detectores de explosivos se han relajado a lo largo de estos meses.
La Policía informó que cuentan con mejor capacidad de respuesta.
La USCP informó que una vez eliminado el cerco de seguridad, no se descarta su reinstalación en caso de nuevas amenazas que lo ameriten. Hasta el momento, la entrada al edificio sigue reservada a los legisladores, que deben pasar por arcos detectores de metal.
A partir del asalto a las cámaras que dejó cinco muertos y 14 policías heridos el pasado 6 de enero, otras amenazas mantuvieron la seguridad en el recinto, lo que incluyó el uso de cercas, alambradas, además de un acceso fuertemente controlado exclusivo a personas con identificación.
Una de ellas ocurrió el 4 de marzo pasado, cuando los servicios de inteligencia estadounidenses alertaron de un nuevo complot para asaltar la sede legislativa, el cual no se llevó a cabo.