Adán Augusto López Hernández, nuevo secretario de Gobernación, deja el cargo de gobernador cuando Tabasco se encuentra en el peor momento de la pandemia de Covid-19, con un incremento en los niveles de pobreza extrema y con una reducción de las aportaciones que la entidad hace al Producto Interno Bruto (PIB) nacional.
De 57 años y oriundo de Villahermosa, López Hernández se ganó la confianza de Andrés Manuel López Obrador en 2006, durante el primer intento por llegar a la Presidencia, cuando se convirtió en el coordinador regional de la campaña en el sureste: Campeche, Chiapas, Oaxaca, Quintana Roo, Tabasco, Veracruz y Yucatán.
Sin embargo, durante los dos años y medio que estuvo al frente del gobierno de Tabasco no ofreció los buenos resultados que, en su momento, dio como operador político-electoral.
Actualmente, Tabasco es una de las entidades con el incremento más acelerado de contagios de coronavirus. En la semana 32 (del 8 al 14 de agosto), el estado reportó 6 mil 811 casos estimados, cifra que supera por mucho el pico de la primera ola (2 mil 774 en la semana 29 de 2020) y triplica la cresta de la segunda ola (2 mil 122 en la semana 1 de 2021).
De acuerdo con la Plataforma de Información Geográfica de la UNAM sobre Covid-19, Tabasco es el cuarto estado con más casos activos de la nueva enfermedad (7 mil 443) y el sexto con más contagios acumulados en lo que va de la emergencia (109 mil 200).
En materia de política social, López Hernández tampoco tiene buenas cuentas. En el último reporte sobre pobreza, el Coneval informó que 45 mil 300 personas se sumaron a la pobreza extrema para sumar 330 mil 80 tabasqueños.
Antes de su llegada al cargo, según Coneval, había 462 mil personas con ingreso inferior a la línea de pobreza extrema; actualmente son 542 mil. Asimismo, al iniciar su gestión había un millón 411 mil tabasqueños con ingreso inferior a la línea de pobreza, cifra que pasó a un millón 441 mil en 2020.
En materia económica, los saldos tampoco son alentadores. La participación de Tabasco en el PIB nacional, que ya venía en descenso desde 2011, cuando comenzó la caída en la producción petrolera, siguió cayendo en 2019, para colocarse en 2.54%, muy lejos del 3.70 que llegó a reportarse hace 10 años.
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