Actividad de alto riesgo, la defensa de los derechos humanos en México

En México “ya no hay torturas, desapariciones y masacres; se respetan los derechos humanos y se castiga al culpable sea quien sea”. Esta fue una de las frases pronunciadas por el presidente Andrés Manuel López Obrador en su segundo informe de gobierno.

“No se violan los derechos humanos, el Estado, en estos tiempos, dejó de ser el principal violador de los derechos humanos. Está prohibido violar los derechos humanos, los servidores públicos tienen que garantizar los derechos humanos, proteger la vida de todas las personas”, dijo. Una expresión favorita y recurrente del Presidente.

“En México no se violan derechos humanos y se castiga el feminicidio”, eso pasaba antes. Esta es una de las expresiones recurrentes del presidente Andrés Manuel López Obrador a lo largo de sus dos años de gobierno, un discurso que no cambiará en el resto de su sexenio, porque realmente él cree que en su gobierno esto ya no pasa.

Nadie le ha dicho al Presidente que en lo que va de su gobierno han sido asesinados 39 defensores de derechos humanos, 18 de ellos en 2020; y que

la tortura sigue siendo una práctica recurrente, los abusos policiacos como los ocurridos en Cancún, Quintana Roo, en contra de manifestantes mujeres y periodistas donde resultaran lesionados dos de ellos, que cubrían la movilización y que hasta la fecha no se ha detenido a ninguno de los mandos responsables de dar la orden de reprimir esa marcha donde

arremetieron en contra de manifestantes en su mayoría mujeres y que siguen sin ser castigados los autores de estos ataques.

Durante el gobierno de la 4T han desaparecido un total de 13 mil 305 personas, ocho mil 345 en 2019 y cuatro mil 960, en 2020. La desaparición como una práctica aberrante continua y los asesinatos se mantienen como uno de los delitos con mayor impacto.

En este contexto las y los defensores de Derechos Humanos, han sido uno de los actores más afectados en el desempeño de su trabajo. No es de extrañar entonces que las personas con mayores medidas de protección son los defensores de Derechos Humanos, de acuerdo con cifras presentadas por el subsecretario de Derechos Humanos y Migración, Alejandro Encinas, en la mañanera del 25 de noviembre 2020, en la que informó que de las mil 313 personas, 887 son defensores, 468 mujeres y 419 hombres. Lo que no mencionó el titular de la Subsecretaría es que 39 defensores han sido asesinados. Sería bueno que lo reconocieran.

Gran parte de estos defensores, fueron asesinados en entidades como Guerrero, Oaxaca, Veracruz, Baja California y Chihuahua, regiones azotadas por el crimen organizado coludido con caciques y políticos.

El incremento en el asesinato de defensores de la tierra y ecologistas en estas regiones no se ha detenido.

Para la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos, “Todos los Derechos para Todos”, estos defensores “no fueron asesinados en hechos fortuitos, sino como represalias por la defensa de derechos humanos que realizaban”. Señalaron diversas organizaciones en un comunicado conjunto en mayo de este año. Donde además pidieron al gobierno federal “realizar acciones inmediatas para proteger adecuadamente a las personas, organizaciones y colectividades defensoras”.

Acá el gran reto del gobierno en los años que le restan es garantizar la labor de defensores y defensoras de Derechos Humanos en México.

En este sexenio el asesinato de defensores de la tierra en Guerre-ro, Oaxaca, Veracruz, Baja California y Chihuahua no se ha detenido.

Los defensores de Derechos Humanos son actores fundamentales para mantener la democracia al igual que los periodistas, pero ellos y ellas son los que menos han merecido una palabra por parte del gobierno. Sin ellos y ellas no sería posible no solo visibilizar las condiciones que viven los derechos humanos en México sino contribuir a mejorar las acciones de justicia.

Mientras ellos y ellas no sean vistos y reconocidos por su trabajo será muy difícil que su labor sea respetada y valorada. Son los ojos y voz de quienes no la tienen como son las mujeres, los indígenas, los niños y niñas y las y los periodistas.

En el Día de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, lo menos que podemos hacer es reconocer la labor de los defensores de los Derechos Humanos en México que en plena pandemia de Covid-19 su labor se hace más que indispensable en México y el mundo.