Acercando a México: todos aportamos y también recibimos
Se trata de una iniciativa ciudadana para ofrecer tutorías a estudiantes, porque particularmente en este momento regularizarlos será sustancial, ya que sin nivelación académica la educación será más un trámite que una oportunidad o un derecho
En momentos en que muchos cuestionamos al gobierno por la insuficiencia de acciones orientadas a apoyar la educación, es pertinente también preguntarnos si nosotros hacemos algo al respecto para abonar a una tarea que nunca puede pensarse como exclusiva de las autoridades. Muchos docentes han aportado tiempo, talento y recursos para llegar a todos sus alumnos, en tanto que las familias han debido acompañar a sus hijos de nuevas maneras. ¿Hay algo que puedan hacer a favor de la educación quienes no son docentes ni tienen hijos a su cargo? Absolutamente sí.
La vuelta a clases plantea retos inéditos que marcan la agenda educativa, pero el reto académico sigue siendo subestimado por autoridades y especialistas. Luego de considerar como máximas prioridades la prevención de contagios y la reincorporación de los estudiantes desvinculados, la siguiente es su nivelación académica. Un porcentaje importante de ellos ha logrado transitar a los siguientes grados simplemente por mantener un contacto mínimo con sus maestros, pero sus conocimientos y habilidades no corresponden al grado que cursan. Al concluir su nivel educativo les daremos un certificado, pero sin los elementos académicos que lo respalden. Sin nivelación académica, la educación será más un trámite que una oportunidad o un derecho.
La tutoría ofrece oportunidades de aprendizaje a estudiantes en cuyos hogares no cuentan con esos apoyos, y su eficacia está ampliamente respaldada por la evidencia. La principal razón para no generalizarlo es que normalmente tiene un costo financiero elevado. En países asiáticos, la tutoría es un complemento financiado por las familias: en Corea del Sur la recibieron en 2019 tres cuartas partes de todos los estudiantes, según una encuesta de Korea Statistics. En el Reino Unido, la tutoría es considerada tan esencial que el Programa Nacional de Tutores, iniciado en 2020, tiene un presupuesto anual de mil millones de libras esterlinas, unos 27 mil 500 millones de pesos, para una matrícula que equivale a menos de un tercio de la nuestra.
En México, la cultura de la tutoría no está presente. Unas pocas familias pueden pagarlas y no están contempladas en los esfuerzos del sector público. De ahí la importancia de las iniciativas de la sociedad civil: en el ciclo escolar 2020-21 iniciaron algunos programas para aportar al tema. Me referiré a Acercando a México, el cual tengo el gusto de organizar junto con Vania Bañuelos, Fernando Bárcenas, Mariana Barragán y Brenda Escobar. Inició como piloto en septiembre de 2020 en un puñado de escuelas de cuatro estados. En ellas, profesionistas, estudiantes y personas jubiladas comenzaron a apoyar con tutorías por videoconferencia a grupos de entre cuatro y cinco alumnos de 4º, 5º y 6º grados seleccionados por la propia escuela. Inicialmente enfocados en matemáticas, muy pronto aprendimos que era necesario aprovechar la riqueza propia de cada tutor para pedirles que compartieran algo de su formación y experiencia personal con sus estudiantes. Además del aspecto académico, queremos abonar a su autoestima, sus aspiraciones y a su visión de la vida.
En marzo lanzamos una convocatoria abierta en redes, con instituciones sumadas al esfuerzo como la Universidad Iberoamericana y Enseña por México. Más de 300 personas respondieron desde diversos estados e incluso desde otros países. También participaron destacados profesionistas mexicanos en el extranjero e incluso una institución formadora de docentes en España, la Universidad Ramón Llull de Barcelona. Luego de una capacitación breve, a todos los interesados se les propuso una escuela de entre aquellas que respondieron también a una convocatoria abierta, y fueron presentados con docentes, estudiantes y familias, con cuya confianza contaron.
Todos los tutores que quisieron participar encontraron una escuela, y todas las escuelas que lo solicitaron recibieron apoyo. Y aportaron con generosidad: algunos con el ánimo y cercanía característicos de los jóvenes; otros con la experiencia y sabiduría que los llevó a tener éxito en sus respectivas ocupaciones. Ninguno recibió retribución material alguna. El resultado es excepcional, pues estudiantes y tutores se enriquecieron mutuamente y ayudaron a construir un México más viable. Uno en el que todos somos importantes sin distinción de edad, ubicación geográfica, ideología, religión o nivel socioeconómico. La construcción requirió solamente estar abiertos a aportar y a recibir. Fue notoria la gratitud de alumnos, familias y docentes, que en no pocas ocasiones se reflejó en visitas de los tutores a las comunidades, apadrinamiento de generaciones y amistades que habrán de perdurar. Y también nuestra gratitud total con todos ellos por servir y por confiar.
Podemos apoyar a muchos estudiantes más en este ciclo escolar. Y esperamos personas que quieran ayudar a acercar a México. ¿Te interesa? Compártenos tus datos en este vínculo.
La tutoría ofrece oportunidades de aprendizaje a estudiantes sin apoyos, y su eficacia está ampliamente respaldada por la evidencia. La principal razón para no generalizarlo es que normalmente tiene un costo financiero elevado.
Tiempo extra
El aniversario 50 del Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe) obliga a reflexionar en la equidad del sistema educativo. En su momento, la educación comunitaria fue una propuesta innovadora para ofrecer primaria a estudiantes de localidades aisladas.
Pocos años antes se había puesto en marcha la telesecundaria, un esquema con intenciones similares. Ambas propuestas se pensaron como soluciones temporales, en reconocimiento a sus desventajas con respecto a otras escuelas.
Hay que dar el mayor reconocimiento al enorme valor de ambas propuestas, que han dado muchísimo a las comunidades más apartadas de México, y a quienes se enriquecen con su experiencia como figuras docentes. Sin embargo, hay que reflexionar por qué en cinco décadas no hemos logrado ofrecerles más, mucho más, a quienes más lo necesitan.
La educación comunitaria y la telesecundaria han generado propuestas pedagógicas propias y materiales valiosos. Sin embargo, mientras la telesecundaria incorporó como docentes a profesionales con una licenciatura específica para la enseñanza multigrado, en Conafe ésta sigue a cargo de jóvenes de bachillerato con una capacitación muy básica. En ambos casos, las instalaciones con frecuencia no cumplen con lo indispensable para llamarlas “escuelas”.
El reconocimiento que ambas propuestas merecen no debe dejar de lado la urgente necesidad de elevar la calidad de sus servicios. El esfuerzo es heroico, pero más que héroes, sus estudiantes necesitan docentes, programas y acciones que compensen sus desventajas con respecto a escuelas urbanas. De no hacerlo, seguiremos ensanchando las brechas en sus oportunidades para la vida.