LA PAZ, Bolivia.- El gobierno de Bolivia quedó acéfalo este domingo tras la renuncia del presidente Evo Morales y de las demás autoridades que formaban la cadena de sucesión constitucional.
La Constitución boliviana establece que la sucesión recae inicialmente en el vicepresidente, luego en el titular del Senado y después en el titular de Diputados, pero todos ellos renunciaron con Morales.
La dimisión del vicepresidente Álvaro García, de la presidenta del Senado, Adriana Salvatierra, y del titular de la Cámara de Diputados, Víctor Borda, provocó por tanto un vacío de poder en el país.
La incógnita es quién sucederá en la presidencia a Morales, quien dimitió este domingo al cabo de tres semanas de protestas contra su cuestionada reelección en los comicios del 20 de octubre y tras perder el apoyo de las fuerzas armadas y de la Policía.
El abogado constitucionalista Williams Bascopé, cercano al movimiento que tumbó a Morales, cree que el Congreso debe buscar una solución eligiendo primero a los nuevos jefes de ambas cámaras.
“Como hay ausencia de presidente de los senadores y diputados, tienen que autoconvocarse inmediatamente los diputados y senadores, tienen que elegir sus presidentes”, dijo el abogado a la prensa este domingo.
La presidencia de
Bolivia
podría ser ocupada interinamente por un senador, elegido en un acuerdo de los partidos políticos y los movimientos civiles que han impulsado las protestas.
Sea quien sea, el presidente provisional deberá organizar un gabinete de consenso y llamar a elecciones en el plazo más breve.
La dimisionaria titular del Senado, Adriana Salvatierra, dijo al canal ATB que “tiene que construirse una ruta institucional que permita reorientar el marco de funcionamiento” del Congreso y “también la conducción del Estado de forma transitoria”.
La sesión para escoger nuevos jefes del legislativo será llamada seguramente por el decano de alguna de las cámaras, probablemente el mismo lunes.
El partido izquierdista de Morales controla actualmente ambas cámaras del Congreso, razón por la cual Bascopé planteó que “los opositores no se desmovilicen” de las calles.